Antología de la Independencia del Perú
8 ANTOLOGIA que fueren al servicio de aquellas Minas fuera del Asiento se les pague la ida y vuelta. · l(En la Ordenanza 2, se repite al Capítulo 2, el encargo de que los Mineros compren esclavos todo con respecto al alivio de los Indios, e1 Capítulo 4 y al 8 se manda que se hagan poblaciones cerca de los asientos de minas para que de esta suerte se haga más ligero el peso de mitas y repartimientos y se excuse traerlos de fuera. En el Capítulo 5 se manda que la Mita y repartimiento no puede exceder de la séptima parte que hubiere en cada :pueblo al tiempo de dicho repartimiento por que no se debe atender tanw a la más o menos saca de plata y oro, co– mo a la conservación de los Indios y últimamente al Capítulo 13 que se castigue a los Caciques que enviaren en la segunda Mita a los Indios que fueron en la primera. "Estas Ordenanzas son concordantes con las Leyes del Libro 6,712 de la Recopilación de Indias. Según ellas en todas sus circunstancias se hace de Justicia la pretensión de la Provincia de Canas y Canchis. La principalísima razón es por la decadencia de los Indios que reduci– dos a número lastimoso no pueden tener descanso, y contra las mismas Ordenanzas van a la segunéta Mita los que fueron a la primera, porque de otra suerte no puede cumplirse. No se puede en la actualidad veri– ficar la Mita en la séptima parte porque apenas hay esta parte de la séptima como se podrá probar con poca diferencia respecto de Indios ongmarios y en la competente edad para poder sostener el trabajo de 1a Mita, que debe deducirse según su número al tiempo del reparti– miento conforme a la ordenanza. "El Corregidor de dicha Provincia que ve y experimenta la dimi– nución y la dificultad que cuesta haber de enterar los Caciques dicha Mita no -dejará de informarlo siempre que se tenga por necesario. La distancia es un inconveniente gravísimo. Más de doscientas leguas de jornada y otras tantas de vuelta ocupan gravemente la consideración de la lástima y hacen demostrable el inconveniente de la desolación de los pueblos como la experiencia lo califica. Despídense, o para morir o para no volver más a su patria, venden sus chozas y sus muebles con unos pasajes dolorosos por la contracción de voluntad que tiene el In– dio a su pueblo, a sus mueble~ y a sus animales. Cargan con sus mu– jeres y con sus hijos, y ya con solo un Indio Mitayo sale del PuebJo una familia entera que podía propagarlo, así entran en un camino de más de doscientas leguas de asp,erezas de ríos de cordilleras y de Puna, que si a la ida lo pasan mal a la vuelta lo pasan peor si ellos, como regular- . mente sucede, no cautelan el trabajo con quedarse y no volver. "Si en tiempo en que era indispensable la Mita por la inopia de trabajadores se atendía más a la conservación de los Indios, es hoy su– perior a la razón cuando las labores son menos, y es abundantísimo el número de trabajadores de que ha crecido el Asiento de Potosí, para que aun cuando esta distancísima Provincia estuviese tan indigente de In– dios se le relevase de dicha Mita conforme al expreso literal contexto de dichas Reales Ordenanzas que contraídas al caso presente deben los Mineros trabajar sus minas· con los muchos Indios que se han reduci– do y situ~do ~n el Cer~o de Potosí que voluntariamente se alquilan, ce– sando as1 el mconvemente de la falta de operarios que hizo forzosa en los primeros tiempos la Mita. Bien conocen los Mineros esta ra– zón, pero quieren los Mitayos por que los tratan más que a esclavos,
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