Antología de la Independencia del Perú

12 ANTOLOG ! A yes Incas de este Reino de quienes soy heredero legítimo y único; y aun– que en dicha Audiencia lo conocieron y me tenían por tal, nunca qui– sieron declararme enteramente, por no darme lo que correspondía y se me había señalado por el Monarca. Todo lo que me ha precisado a re– parar lo que es de mi obligación, pues ya que Dios Nuestro Señor me ha dado sin atender a mis graves culpas, quiero hacer algún mérito para que con el atento a la obligación que me asiste de mirar y amparar a los del Reino aunque perdiera mil vidas si las tuviera, pues es en ali– vio del bien común, y en contrario sólo del mal gobierno, expeliendo sólo a los Corregidores y a todos los Chapetones que quieren ir contra mis sanas órdenes. Aunque concibo que por ellas c9ncebirán y ponderarán el furor de mis armas, esté V. cierto que al más infeliz del mundo no es mi ánimo hacer daño, lo que ratifica que de m:i orden a ninguno han muerto sino al Corregidor de Tinta, ·a quien para ejemplar de muchos que deban contra la Iglesia lo mandé colgar, y por que tenía muchos más méritos para ello; pero a los demás que han procurado hacerme traición, que es cierto que a los más de estos he perdonado, por mandar Dios perdonar al Enemigo, no se les ha hecho perjuicio. También habrán culpádome la quemazón de la Iglesia de Sangarara, pero ~seguro a V. que los Ca– balleros que vinieron, anduvieron como unos bárbaros, porque habién– dose introducido estos en dicha Iglesia, iniciaron la Guerra de allí, y tiraron un cañonazo del cual mataron seis Indios en el cementerio de la Iglesia. Yo llevaba ánimo de que nadie pereciese, por lo que escribí una dirigida a los Criollos que allí estaban, y oyendo esto los Chapeto– nes, quitando la vida a varios, estando el Santísimo Sacramento descu– bierto, fue causa de que el Cura de esa Doctrina cogió a nuestro Amo, y se salió fuera con él; y quiso Dios que la misma pólvora que introduje– ron adentro, prendió fuego a la Iglesia, y la consumió. Para que conozca el modo noticio a V. cómo viendo el peligro en que se hallaba la Ciudad del Cuzco, mandé dos Embajadores con dos Sa– cerdotes y tres Seglares para que les explicasen a lo que iba, además de exhibirlo yo por carta al Cabildo Eclesiástico, y Junta de Guerra, y hasta ahora no he tenido respuesta. Y aunque el Sr. Obispo quiso respon– derme personalmente saliendo a mi Real a hablarme, se lo impidieron los malvados atemorizándolo que podía morir con alguna bala desviada, y de este modo se ha procurado el bien del alma del europeo de quitár– sele que robe, por lo que se pierde toda una Ciudad. Tengo hecho Informe a S.M. representándole mi designio, y pro– metiéndole adelantar otro tanto de lo que daban los ladrones del Reino: y V. crea que así se mantendría en paz y quietud, y que repararán en cosas de Dios con la adoración debida, sin tener muchos Dioses Corre– gidores, ni Ministros que con capa de Su Majestad, hostilizan más a los miserables. Todo esto se ha procurado por mi parte, ser mi obliga– ción hacerlo por ser el último Descendiente del Rey último del Perú, y su heredero; y no había quién se dedicase a librarlos de manos de Faraón. Mucho más dijera a V. en estos asuntos; pero las ocupaciones no me d~n lugar, y solo ruego a Nuestro Señor me lo guarde muchos años. Chu– quibamba en Enero 26 de 1781. B. L. M. de V. su seguro servidor D. José Gabriel Túpac Amaru.- Sr. Dr. José Paredes. "Carta de José Gabriel Túpac Amaru al Dr. José Gabriel Paredes. Chuqui– bamba, 26 de Enero de 1781" en Luis Antonio Eguiguren, obra citada, tomo I, págs. 329-332.

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