Antología de la Independencia del Perú
312 ANTOLOGIA tal apenas divisaron a sus libertadores, cuando desplegaron su entu– siasmo, y voz universal, poblando el aire con Viva la patria, que era la voz unísona que se oía desde la Portada de Guía ·bien distante del cen– tro que resonó en toda la ciudad, de donde unos salían con pañuelos y banderas, y otros corrían electrizados de alegría por delante sin te– mer atropellamiento -de los caballos que fogosos y robustos volaban re– linchando para acabar con los tiranos. La alegría no cabía en los pe– chos, y se reconocía en los ojos y semblantes de todos los americanos. Formaban los grupos de todos sexos y edades coloquios halagüeños, y sus labios risueños demostraban la dulzura que habían percibido, sus ojos centelleantes daban lugar a una ráfaga de luz, que movida por una fuerza irresistible, corrían por las calles, plazas y cafés conden– sando el aire y la atmósfera toda, de vivas a la patria y al Libertador San Martín; de modo que electrizaban al estoico más decidido, y ha– cían tomar partido al misántropo más fuerte. Manifestaban haber sa– lido de la opresión más cruel, y de las cadenas más duras; lo que ex– plicaban los sensatos, recordando la historia del Perú, y gobierno ti– ránicó que habían sufrido con raudales de sus ojos, por no poder sus labios explicar los hechos criminales de España; y los menos sensatos llenos de transporte, juraban por lo más sagrado que hay en la tie– rra tomar los puñales y las armas para acabar con los tiranos, y sa– cudir el yugo infame de los ultramarinos peninsulares. El 10 como a las siete y media de la noche entró el general San Martín .con el mayor silencio en la capital, pasó a verse con el señor gobernador Montemira, y como a las diez 'Y media se dirigió al campo de Mirones a sitiar a los rebeldes que se acogieron en el Callao, y no obstante el silencio que entró, lo sintieron y renovaron con entusias– mo y alegría los que ansiaban por ver a su libertador, corriendo a por– fía toda la nobleza a cumplimentarlo, y los demás a abrazarlo, a que corr~spondió con la afabilidad propia de su sensibilidad; a su retirada pues, corrieron las gentes poblando el aire de vivas hasta la portada, en donde se manifestó reconocido, y mandó no pasasen adelante por hallarse ya en el centro de sus tropas, que pasaron por la tarde al río sin entrar en la ciudad, cuyo precepto, obedecieron puntualmente to– dos los regresaron a sus hogares. [ ... ] Anónimo, Diario militar de las operaciones del Ejército Libertador, des– de el 18 de Agosto de 1820 en Biblioteca de Mayo - Colección de obras y docu– mentos para la Historia Argentina (Buenos Aires, 1963), tomo XVII, Prime– ra parte, pág. 15036. El 7 de setiembre en Lima Las mismas fieras que a su antojo sacrificaron a los heroicos ha– bitantes de Lima, las mismas que al fin la abandonaron y huyeron ver– gonzosamente, han encontrado en la sierra obstáculos que son la me– jor apología de la voluntad general de los peruanos. Todos elfos es– tán resueltos a sostener el sagrado voto de ser libres o morir, y no de– jan a los feroces opresores de su suelo otro medio, sino entregarse a
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