Antología de la Independencia del Perú
322 ANTOLOGIA que perdiera mil vidas; por cuyo motivo se puso en libertad a su se– ñora tía, habiéndose ejecutado a Olaya a las once de la mañana de ese día.- Responde. A la segunda:- que se refiere a lo que tiene dicho - y res– ponde. A la tercera:- que igualmente se refiere a lo que tiene dicho: que lo declarado es la verdad, en cargo del juramento prestado, en que se ratifica: firmó, haciéndolo antes el Sr. Juez de que doy fe -Olivares– Juana de Dios Manrique de Luna - Ante mí - Lorenzo Ordóñez. D. José Bernardo Tagle Presidente de la República del Perú Por cuanto conviene al ejercicio del poder que se me ha confia– do, ordeno lo siguiente: Las acciones memorables deben trasmitirse a la posteridad con el tributo de admiración y respeto que inspiran los héroes que las pra~– ticaron. Sobreponerse a los dolores más acerbos y a los castigos más inhumanos, que una bárbara crueldad hace preceder a la muerte cierta, y conservar grandeza de alma despreciando los tormentos y el patíbulo, es un rasgo prodigioso de firmeza de carácter, un vuelo rápido a la in– mortalidad, y el testimonio más vivo de la sublimidad de sentimientos que inspira el amor de la gloria. Las virtudes cívicas aparecen entonces en todo el lleno de su esplendor y hermosura: el entusiasmo ata a su ca– rro de oro la opinión inconstante; y la naturaleza complacida en sus pro– ducciones, parece tomar nuevo aliento para volver a emitir de su seno seres inmortales que la ilustren y engrandezcan. El ciudadano D. Jo– sé Olaya, peruano, del pueblo de Chorrillos, fue enviado de la plaza del Callao a esta capital, estando ocupada por los enemigos, para condu– cir comunicaciones. Delatado por quien no ha sido posible descubrir hasta ahora, y tomadas las correspondencias sin firmas, Olaya fue apa– leado y dilacerado para que confesase las personas que las dirigían. El peruano en la plaza mayor despreciaba a los feroces a quienes una miserable casualidad daba el dominio efímero sobre su cuerpo, cuando triunfaba altamente de ellos por la elevación de su alma. Mientras más se esforzaron sus verdugos en arrancarle con rigor el secreto, tanto más se gloriaba de llevarlo al sepulcro; hasta que cansados de desaho– gar inútilmente su venganza, lo condujeron al patíbulo para que aca– base de desaparecer la imagen más tocante del aliento cívico. El día 29 de junio último desapareció para los tiranos de nuestro suelo el PA– TRIOTA OLAYA, mas para los hijos de la Libertad empezó nueva vida, y sus puros sentimientos se trasmitieron a todas las almas capaces de amar la virtud y apreciar el mérito. La presente generación quiere fijar la época de su reconocimiento en ese día memorable; y las futuras envi– diarán la suerte de los que existieron en tiempos en que las virtudes pa– trias se manifestaban con energía y dignidad. El Gobierno Supremo del Perú no puede recompensar dignamente el inestimable sacrificio de Olaya, ni premiar el grado de opinión que dio a la causa de América su constancia inalterable. Sin embargo; es propio de su decoro no ma– nifestarse indiferente a los deberes que inspiran la gratitud y la justi– cia. Para ello
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