Antología de la Independencia del Perú
26 ANTOLOGIA de hacer dinero, prevalecían a este respecto, por la fuerza de las cosas ideas más modernas y racionales. Los comerciantes en alta escala for~ maban en Lima una especie de aristocracia, muy apreciada por la de la sangre, con la cual frecuentemente entroricaban. Cuando el gobierno español comenzó a vender en el Perú condados y marquesados, los mer– caderes ricos se ennoblecieron comprándolos; y en la lista de priores del Consulado, se leen los nombres de muchos que fueron caballeros de órdenes militares, regidores, alcaldes y aun títulos de Castilla, como el conde de Premio Real y el marqués de Torre Tagle. Ya en posesión de cuantiosos bienes y rodeado de las consideracio– nes de toda la sociedad limeña, aspiró Baquíjano a lo que en aquel tiem– po constituía el necesario requisito para la fundación de una casa po– derosa: adquirir un título. El virrey Manso de Velasco había sido au– torizado_por el rey para beneficiar o sea vender algunos, previa la jus– tificación de hidalguía y limpieza de sangre. De conformidad con lo establecido por reales cédulas de 1744, según dice Rezábal y Ugarte (2), se concedió a don Juan Bautista Baquíjano el condado de Vista-florida en 6 de Agosto de 1753, relevándolo perpetuamente de lanzas y medias anatas; y en 1754 lo aprobó Fernando VI, junto con los de San Javier y Casa Laredo, y los marquesados de Torrehermosa y Campoameno; todos los cuales títulos recayeron "en familias de rango y mérito notorio" (3) Bien hubiera podido excusar don Juan Bautista Baquíjano el ex– pediente algo mezqµino y ridículo de comprar un condado, si hubiera derecho para exigir que fueran superiores los hombres a las preocupa– ciones de su tiempo. La calidad de hidalgo vascongado y los apellidos que Baquíjano llevaba, eran buenas y ·suficientes ejecutorias; tenía el hábito de Santiago; y se había casado con una dama perteneciente a lo más rancio e ilustre de la nobleza criolla. Era su esposa doña María Ignacia Carrilfo de Córdova y Garcés de Marsilla, hija de don Agustín Carrillo de Córdova y Agüero, y de doña Rosa Garcés de Marsilla y Lis– perguer. · Descendía, pues, doña María Ignacia por su abuelo paterno, don Fernando Carrillo de Córdova y Qu~sada, de la noble familia de los Quesada Sotomayor; por su abuela paterna, doña Ursula de Agüero y Afrazgo, del conquistador Diego de Agüero y de las familias Bravo de Lagunas y Padilla, por donde ·se enlazaba con las de San Miguel y So– lier; y por su abuela materna, doña Ana de Lísperguer e Yrrarázabal de los célebres Lisperguer de Chile. Los Carrillo de Córdova tenían pa– rentesco próximo con los marqueses de Santa Lucía de Conchán y con los de Santa María de Pacoyán, y los Garcés de Marsilla con los marque- ses de Casa Boza. · Poco gozó don Juan Bautista Baquíjano de su flamante título, por– que falleció en 1759. A su muerte, la dirección de los negocios pasó a su cuñado don Luis Carrillo y Garcés, capellán .de Palacio, el cual, con actividad y aptitudes raras entre los antiguos criollos y no muy confor– mes con lo que nos imaginamos que había de ser el carácter de los pres– bíteros de aquella época, no sólo conservó, sino que aumentó las rique– zas de la casa. (2) Rezábal y Ugarte.- Tratado de lanzas y medias anatas del Perú, pág. 177. (3) Ricardo PaÍma.- Tradiciones y artículos históricos, pág. 38.
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