Antología de la Independencia del Perú

A N T 'O LOGIA 33 autoriza la ofensa; que es flaqueza ceder a la piedad. Se complace vien– do al indio abatido luchar con los horrores de su suerte. Pero V.E. des– precia esos partidos. Prudente, considera que la vida del ciudadano es_ siempre preciosa y respetable; que destruir a los hombres no es ganan– cia; que las armas que sólo rinde el miedo, en secreto se afilan, bril 1 an y esclarecen en la ocasión primera que promete venta~as". Hay frases más valientes, hasta amena·zadoras, que son también las de mayor feli– cidad de expresión: "El bien mismo deja de serlo si,se establece y fun– da contra el voto y opinión del público. . . Mejorar al pueblo contra su voluntad ha sido siempre el especioso pretexto de Ja tiranía .. . Un pueblo es un resorte qu-e, forzado más de lo que sufre su elastici– dad, revienta destrozando la mano imprudente que lo oprime y Sl!,je– ta". El aumento de impuesto y tributos, llevado a efecto por Areche, y que fue la principal causa de su impopularidad, no se libra de censu– ra: "Aquellos gobernantes que en un orgulloso gabinete calculan fría– mente la miseria y desesperación del súbdito, para exigir de eUa los ge– nerosos esfuerzos de su obediencia, los tristes dones de su pobreza y los últimos recursos de su celo". Concluye el Elogio con la misma eleva– ción y nobleza con que comenzó: "En la memoria v corazón del hom– bre se ha de afianzar el glorioso principio de la briVante inmortalidad. Allí no penetra la autoridad, ese imperioso yUgo que, oprimiendo con dureza, sóJo recibe el frío incienso del disgusto y la Usonja. Este abati– do artífice, acostumbrado a eauivocar ·el sólido mérito con las engaño– sas apariencias, no labra su fábrica en la Casa de la Sabiduría. En ella no resuenan sino las expresiones de Ja sinceridad. Desterrada y fugitiva de los palacios y suntuosas habitaciones de los grandes, aquí en– cuentra su asilo, su refugio y protección". Mucho arriesgó Baquíjano con este acto de valor moral: compro– metió seriamente su porvenfr. El gobierno español concibió recelos con– tra el audaz americano que Je había dicho tan duras verdades, y, repu– tándolo hombre peligroso, por más de quince años no le c0ncedió nin– gún ascenso en su carrera judicial. El célebre don José Gálvez, mar– qués de Sonora, se negó siempre a darle colocación. En el año 1784 se or– denó recoger los ejemplares del E 1 ogio. A este propósito hemos encon– trado ]as siguientes curiosas palabras en una carta que en el propio año de 1784 escribió el ·conde de ·vistaflorida. hermano primogénito de Ba– quíjano, a don Domingo Ramírez de Arellano: "Antes del recibo -de 1a de Vmd., sabía lo del rectorado y Jo de haberse mandado recoger la ora– ción que dijo Pepe en el recibimiento del virrey Jáuregui en la Univer– sidad. Tuve muchas noticias de dicha oración antes de haberla leído, y me fue preciso dar una mano para aue se contuviera en hablar dispa– rates. Me ha extrañado que se permitiera su publicación". De lo que deducimos que don José Baauíiano comnuso la oración en términos aún más vivos y francos, si bieñ' cedió luego a los consejos de su hermano, y que las atenuaciones y disfraces que en ella hemos encontrado, son probablemente obra del prudente don Juan Agustín. Pero la utilidad inmediata suele estar reñida con la gloria: por lo común no se alcanza la una sino a trueque de renunciar a la otra; y lo que el sesudo con9-e llamaba disparates, para la posteridad es objeto de admiración y de a– plauso, y representa para la historia la primera voz libre que se _alz;a_ en el Perú. .. ·: : ·, : ,::_•.-,,> -~-~:::;_ . -~·~}

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