Antología de la Independencia del Perú
34 ANTOLOGIA IV En el Elogio de Jáuregui hay un pasaje sobre la necesaria refor– ma de la Universidad: "Car1os, a quien una pluma, honor del siglo y la nación, caracterizaba del monarca sabio, previene se depuren en la enseñanza las preocupaciones de los partidos, las extravagancias de las sectas y los envejecidos absurdos de la escuela; ordena que, olvidando el servil respeto que de edad en edades ha transmitido para esos antiguos dioses de la Filosofía y la Moral, sólo se atienda al clamor de la razón y la evidencia. Pero fatales circunstancias embarazan sus justos desig– nios: sólo producen el frío invierno de la inacción. Ese enjambre de estudiosas abejas, que a 'la sombra y abrigo de esos claustros fabrica– ban con celo el panal de la doctrina, se dispersan y ahuyentan; caen en profundo letargo. Muda en su soledad, gimiendo en el silencio apresuraba con sus votos la Academia la r~stauración de su gloria'. Un gobernador, cuyo nombre ha esculpido la América en los anales de la virtud (12), proyecta y principia esta importante obra. Pero a V.E. se reserva precipitar las tinieblas y hacer revivir la primavera". No eran exageraciones retóricas las lamentaciones de Baquíjano sobre la decadencia de la Universidad de San Marcos. Habían pasado aquellos días del siglo XVII en que se la reconocía como la fuente del saber en la América del Sur. La enseñanza española en general, des– pués del efímero impulso que le comunicó el Renacimiento, permane- . ció adherida tenazmente al espíritu y lo~ métodos de la Edad Media; y la enseñanza en las colonias se hallaba mucho más atrasada que en la madre patria, porque los renovadores soplos con que los ministros de Carlos III intentaban por ese tiempo remover el polvo de las vetustas Alcalá y Salamanca, llegaban a nosotros muy debilitados. Desde 1770, por iniciativas del gobierno~ principió en la instrucción superior de la península la reacción contra el escolasticismo; y en 1780 aún estaba la Universidad de Lima, atada a Santo Tomás y a Escoto, a la física de Aristóteles y a la argumentación silogística; y, por un fenómeno de las– timosa supervivencia, los estudiantes americanos en pleno siglo XVIII consumían los años y el inf_\:mio en las mismas vanas sutilezas y estériles disquisiciones que en el siglo VIII ocupaban a los de París y Bolonia ... José de la Riva Agüero y Osma, "Don José Baquíjano y Carrillo" en Bole– tín del Museo Bolivariano (Lima, Agosto de 1929), año I, N9 12, págs. 453-460. (12) Don Manuel de Guirior.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx