Antología de la Independencia del Perú

508 ANTOLOGIA landa esencialmente a todos jamás pudo en esa parte constituir a uno superior a los otros. Tiene, pues, límites la Soberanía Nacional, ter– minando su esfera en el mismo punto donde comienza lo que sea con– trario a los derechos individuales. lCómo podrá, pues, decretar leyes que atenten a la libertad, seguridad, propiedad e igualdad natural? Declaración es ésta, señor, tanto más importante cuanto que fundados los gobiernos representativos en la delegabilidad de los poderes po- · drían considerarse estos absolutos, si en su origen no estuviera restrin– gida la soberanía. Tengan, pues, los pueblos en su ley fundamental una lección práctica que les enseñe a discernir el abuso de las facul– tades que han confiado. Conozcan su extensión natural y el punto preciso en que su voluntad es sustituída en la de sus comisarios. Entra después la comisión en el territorio de la República, por– que la localidad es tan inherente a los establecimientos civiles, que, sin ella, es imposible prefijar cosa alguna sobre su integridad moral. Pero la actual guerra y la consideración de que concluída se hará con más exactitud la demarcación, obligan diferirla para entonces, en que podrán intervenir los estados limítrofes; en el concepto de que el Perú, desde ahora, sólo desea lo justo. Porque sería una inconsecuencia pro– clamar, de una parte, principios liberales, queriendo, por otra, inves– tirse con el carácter de conquistador, en un siglo en que las adquisi– ciones de la fuerza son tan vergonzosas. Mas, si ha sido urgente indicar la demarcación interior, guar– dando la razón compuesta de la energía del poder central y de la uti– lidad local, los habitantes de lugares remotos en un mismo Estado son propiamente extranjeros en su metrópoli, cuando rige una auto– ridad absoluta, que, por conveniencia propia, procura interrumpir las relaciones confiando vastos gobiernos a la merced de un solo hombre, p'.:lra que entregados a una quietud letárgica, jamás pueda reanimarse en ellos el principio de la vida política. No así en los países libres en que debe prevalecer la unión. Y lcómo se conseguirá ésta en un ex– tendido territorio? De ningún otro modo, que dividiéndolo bajo un or– den gradual y cómodamente reducido en términos, que multiplicán– dose los centros particulares por medio de una línea se forme una ca- ' dena, cuyo primer eslabón esté en el centro común de la República. · Así ~e expedirá eficazmente el ejercicio de los derechos políticos de los lugares; todos disfrutarán de una administración activa y cesará ya el descontento en los que, para un pequeño negocio, tienen que atrave– sar grandes distancias. Pero aún no es éste el lugar de poner a la vista todas las ventajas que envuelve la división adoptada. Baste de– cir que la denominación de departamento significa hoy lo que antes se llamaba provincia, que este nombre se ha aplicado a lo que se co– nocfa por partido, y el de distrito a 13:s secciones en que aquel pueda dividirse, según lo exijan su topografía y la utilidad de sus habitantes. Logrando también unifarmarse el Perú en esta parte con los demás Estados independientes de América. iüjalá pudiéramos prescindir del clima y otras diferencias accidentales! Que así tendríamos la satisfac– ción de conformarnos perfectamente en todo bajo las instituciones de la libertad, como partimos la desgracia de vivir sujetos a una domi– nación extraña.

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