Antología de la Independencia del Perú
ANTOLOGIA 519 golpe decisivo. En el interin llegaron a Lima procedentes de Guaya– quil, tres mil hombres de tropas colombianas. Los pasos y actividad de Riva-Agüero fueron productivos e in– fatigables. Alcanzó la cooperación eficaz de los comerciantes más poderosos y de mayor influencia, extranjeros y naturales; adoptó me– didas para hacer efectivo el malhadado empréstito verificado en par– te en Londres; hizo contratas de abastecimientos, y los preparativos para poner corrientes los transportes, que habían _de conducir la expe– dición proyectada, se activa,ban día y noche. El general Bolívar fue invitado para ir al Perú, y el general Sucre había ya llegado en clase de ag'ente diplomático del gobierno de Colombia. [ .. , l John Miller, Memorias del General Miller, al servicio de la República del Perú (Londres, 1829), tomo II, págs. 53-56. [ ... ] Riva-Agüero se hizo nombrar Presidente de la República Pe– ruana. Riva-Agüero era natural de Lima; descendía de una familia dis– tinguida y pasaba por hombre entendido y de grande actividad, razo– nes por las cuales muchos sujetos de influencia de los comprometidos en la revolución prestaban apoyo a su elevación al poder. Además empezaba a tomar cuerpo un partido peruano que quería mandar y no ser mandado por los criollos de otros puntos; pero el gobierno re– publicano no tenía crédito, escaseaba por consiguiente de toda clase de recursos, y para contrarrestar el visible efecto de los repetidos triun– fos de los .españoles . se necesitaban esfuerzos extraordinarios. Encargado del poder supremo el activo Riva-Agüero, puso en juego cuantos resortes son imaginables para paralizar los planes del Virrey, de los que tuvo oportuno conocimiento, y le confirmaba la aglo– meración de tropas hacia el valle de Jauja; pidió refuerzos a Buenos Aires, a Chile y a Bolívar, Presidente de Colombia, entonces en Gua– yaquil, quien con este motivo remitió al Callao la división Sucre para abrir y asegurarse el paso al Perú que su ambición anhelaba; dispuso una rigurosa recluta sin excepción de personas; formó como por en– salmo un cuerpo de ejército numeroso; aprestó una expedición al sur, cuyo mando en jefe confió al general Santa Cruz, nombrando de su segundo y jefe de Estado Mayor a D. Agustín Gamarra, oficiales ambos que habían pertenecido al ejército real, y que eran naturales del inte– rior del reino. ' Este plan, enlazado con la concurrencia de una división de Chile a los puertos intermedios, y otra que debía salir de Salta so– bre la línea de Tupiza, mientras el general Sucre con su división co– lombiana guarnecía la plaza del Callao o amenazaba el centro de la línea de Jauja al Cuzco, no sólo era vasto y atrevido, sino el más acer– tado para paralizar la marcha de las tropas españolas sobre Lima, y justificaba su conjunto las valientes concepciones de Riva-Agüero. Andrés García Camba, Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú (Madrid, 1846), tomo II, pág. 56.
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