Antología de la Independencia del Perú

530 ANTOLOGIA Anunciada la aprox:mación del ejército enemigo, -me trasladé , aunque enfermo, al Callao, a servir el gobierno de la plaza; cuyas de– licadas funciones traté de desempeñar del mejor modo que me fue posfüle durante el tiempo que ella estuvo sitiada. En esta época el general Antonio José de Sucre fué nombrado Supremo Jefe Militar por el Congreso reunido en el Callao, y exonerado Riva Agüero de la presidencia de la república por la misma augusta asamblea. Pe– ro teniendo que embarcarse dicho general para intermedios, me con– firió el poder que se le había dado, hasta que reunido otra vez el con– greso pudiese deliberar definitivamente sobre la materia. Muchísimas personas que se hallaban en el Callao, son testigos de la resistencia que opuse a la admisión de 1_ mando, no porque me repugnase pres-, tar se!'vicios a la patria, sino porque temía una divergencia de in– tereses y opiniones, capaz de producir fatales consecuencias. Muy persuadido del carácter ambicioso de Riva Agüero, creía firmemente que sin hacer caso de las soberanas resoluciones , se empeñase en con.. servar un poder que le había ya quitado la única autoridad legítima del Perú. No sólo se verificaron mis sospechas, sino que este hijo in... grato de la patria, llegó al extremo de disolver en Trujillo el congre– so, desterrar a varios diputados del modo ignominioso y cruel que todos saben, y erigirse en única autoridad después de no tener algu– na legítima, instalando a su antojo un senado, cuyas atribuciones ca– si no eran otras que tener voto consultivo en algunos negocios. Asombrados los habitantes de esta capital luego que llegó la noticia de tamaño atentado, y viendo ya perdida la libertad del Perú, que había costado tantos y tan grandes sacrificios; me hicieron una representación pidiendo restableciese el congreso, a la cual suscribie– ron vecinos de todas clases que se atropellaban por -hacerlo. Las tropas tanto nacionales como auxiliares se penetraron de la injusticia y de la _tiranía de Riva Agüero, y conspiraron con el pueblo a que se liberta~e el Perú del nuevo yugo que se le quería imponer. Tuve que acceder a tan justa solicitud y evité los males de la anarquía que amenazaba de– vornrnos, reuniendo los diputados que se hallaban presentes, y com– pletando el número necesario con suplentes a falta de propietarios. En el mismo acto me desnudé del poder que se me había confiado, pues existía ya el cuerpo que debía disponer de él. Habría sido para mí la mayor satisfacción que se hubiese nombrado a otro individuo; pero el soberano congreso tuvo por conveniente que yo continuase, y encon– tré razones poderosas para no oponerme a esta deliberación. Sucesivamente fueron llegando todos los diputados que estaban en Trujillo, y entre ellos la mayor parte de los electos senadores, que prefirieron la libertad de la patria a las promesas del tirano. Reunidos , pues, en la sala de sesfones, discutieron sobre las dificultades que en– volvía la reunión del poder político propietario con el militar delegado; y resolvieron elegirme Presidente de la República por unanimidad; ha– biéndose hecho para ello votación secreta con todas las formalidades prescritas por reglamento. Si he desempeñado bien la confianza que hizo de mí la soberanía nacional, el público imparcial es quien debe decidirlo.

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