Antología de la Independencia del Perú

556 ANT OLO GIA un cuerpo colombiano, y Sucre ordenó que se le mandase inmediata– mente el Vencedor. Desplegándose en batalla este cuerpo reemplazó · en la línea a los cazadores del Perú, los cuales, sin haber perdido te– rreno se replegaron sobre la derecha haciendo fuego. Apenas tendría ocho o diez minuto·s de comenzado cuando La Mar pidió aquel refuerzo ; y como trascurrió todavía más de una hora de tiroteo preliminar, se le ha censurado al General Sucre su pronti– tud en enviarlo. Dicha censura no resiste examen al considerar que los cuerpos perua11,os, fuertes sólo de 1,280 hombres, tenían al frente toda la temible División de Valdés, constante de 3,000; el juicio de La Mar era además muy competente, y Sucre no podía, en aquel terreno, desatenderlo, dejando nuestro flanco izquierdo en peligro. La censu– ra procede tal vez del historiador español Torrente , (tomo 3<>, página 482) quien, después de asentar otros errores, dice que "Valdés se ha– llaba empeñado con toda la reserva, que Sucre comprometió con lama– yor torpeza, cuando por las otras alas tomaba la batalla un carácter muy diferente". Ni ese era el momento, ni fue toda la reserva, sino un solo cuerpo; mas Torrente habría preferido sin duda, en honor de Sucre, que hubiese perdido la batalla sin incurrir en torpeza ninguna. Consuélese advirtiendo que los generales españoles la perdieron cien– tíficamente [ ... ] Reforzada nuestra izquierda, seguía sin desventaja confrontan- 1 do desde sus puestos a la División Valdés. Entretanto al otro extre– mo el Batallón Bogotá, mártir una vez más de la disciplina, como lo fue en Cariaco, era fusilado impunemente por los cazadores de Guías del Capitán Don Narciso García, que, provistos tal vez de las mejores armas, aprovechaban tras de una ceja del declive la proximidad de aquel cuerpo y su situación, efecto de la estrechez del terreno, pero calculada para cruzar más tarde su fuego contra la izquierda enemi– ga. Irritado el General Córdoba, previno al Coronel Carvajal que car– gase a dicha compañía con el Regimiento de Granaderos. Tres veces lo ensayó Carvajal, por repetidas órdenes de Córdoba; pero siendo el terreno inaccesible a las caballos, y formando grupos la compañía de cazadores, otras tantas veces tuvo Carvajal que retroceder, y dícese que en cada ocasión dio un ascenso el Virrey al Capitán García, con– cluyendo por enviarle con su propio bastón la insignia de Coronel. Córdoba no se empeñó más en este incidente aislado, porque le falta– ba orden de Sucre y no era tiempo de comprometer nuestro ataque. Cuando este momento llegó, el valeroso Coronel García fue una de las primeras víctimas. Hasta entonces el Bogotá sufrió inmóvil sin dis– parar un tiro, pues habiendo sólo cuarenta cartuchos por plaza, pre– ciso era no consumirlos en preámbulos. Los españoles reforzaron su línea entera de cazadores, y el fue– go que hacían sobre todas nuestras columnas era nutrido y mortífero. Con tal II10tivo, recorriendo el General Sucre de extremo a extremo, frente a la División Córq.oba nuestra propia línea avanzada, se le veía morderse los labios de impaciencia, a tiempo que, como observa en su Historia el General español García Camba, testigo presencial, nues– tras fuerzas se mantenían admirablemente inmóviles. "Echenle el ca– pote encima y cubrir claros", mandaba uno de los Jefes del Bogotá a cada soldado que caía. "Saldremos algunos menos, pero la victoria es nuestra", decía el Comandante Leal, del Pichincha, viendo caer a su Sargento Vargas, y pocos instantes después fue herido el mismo Leal ; y así probaban todos nuestros soldados una firmeza y perfección

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