Antología de la Independencia del Perú

570 ANTOLOGIA al centro los Granaderos y Húsares de Colombia con el señor general Miller; y en reserva, los batallones Rifles, Vencedor y Vargas, al man– do del señor general Lara. Al reconocer los cuerpos, recordando a cada uno sus triunfos, sus glorias, su honor y patria, los vivas al Li– bertador, y a la República, resonaban por todas partes. Jamás el en– tusiasmo se mostró con más orgullo en la frente de los guerreros. Los españoles a su vez, dominando perfectamente la pequeña llanura de Ayacucho, y con fuerzas casi dobles, creían cierta su victoria. Nues– tra posición, aunque dominada, tenía seguros sus flancos por unas ba– rrancas, y por su frente, no podía obrar la caballería enemiga de un modo uniforme y completo. La mayor parte de la mañana, fue em– pleada sólo con fuego de artillería, y de los cazadores; a las diez del día, los enemigos situaban al pie de la altura cinco piezas de batalla, arre– glando también sus mazas, al tiempo que estaba yo revisando la línea de nuestros tiradores. Di a estos la orden de forzar la posición en que colocaban la artillería, y fue ya la señal del combate. ' Los españoles bajaron velozmente sus columnas, pasando a las quebradas de nuestra izquierda los batallones Cantabria, Centro, Cas– tro, 1 del Imperial, y dos escuadrones de Húsares con una batería de seis piezas, forzando demasiadamente su ataque por esa parte. Sobre el centro, formaban los , batallones Burgos, Infante, Victoria, Guías y 2 del ler. regimiento, apoyando la izquierda de éste con los tres escua– drones de la Unión; el de San Carlos, los cuatro de los granaderos de la guardia, y las cinco piezas de artillería ya situadas, y en la altura de nuestra izquierda los batallones 1 y 2, de Gerona, 29 Imperial, 19 del primer regimiento, el de Fernandinos y el escuadrón de alabarde– ros del Virrey. Observando que aún las masas del centro no estaban en orden y que el ataque de la izquierda se hallaba demasiado comprometido, mandé al señor general Córdova, que lo cargase rápidamente con sus columnas, protegido por la caballería del señor general Miller, re:for– zando a un tiempo al señor general La Mar con el batallón Vencedor, y sucesivamente con Vargas, Rifles quedaba en reserva para rehacer el combate donde fuera menester, y el señor general Lara recorría sus cuerpos en todas partes. Nuestra masa de la derecha, marcharon arma a discreción, hasta cien pasos de las columnas enemigas, en que, cargadas por ocho escuadrones españoles, rompieron el fuego; recha– zarlos y despedazarlos con nuestra soberbia caballería, fue un momen– to. La infantería continuó inalterablemente su carga, y todo plegó a su frente. Entre tanto, los enemigos, penetrando por nuestra izquierda, amenazaban la derecha del señor general La Mar, y se interponían entre éste' y el señor general Córdova, con dos batallones en masa; pe– ro llegando en oportunidad Vargas al frente, y ejecutando bizarramen– te los Húsares de Junín la orden de cargar por los blancos de estos ba– tallones, quedaron disueltos. Vencedor y los batallones 1, 2, 3 y Le– gión Peruana, marcharon audazmente sobre los otros cuerpos de la de– recha enemiga, que reuniéndose tras las barrancas, presentaban nue– vas resistencias, pero reunidas las fuerzas de nuestra izquierda, y pre– cipitadas a la carga, la derrota fue completa y absoluta. El señor general Córdova trepaba con sus cuerpos la formidable altura de Condorcunca, donde se tomó prisionero al Virrey La Serna; el señor general La Mar salvaba en la persecución las difíciles que-

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