Antología de la Independencia del Perú

572 ANTOLOGIA El batallón Vargas, conducido por su denodado comandante Mo– rán, ha trabajado bizarramente; la Legión Peruana con su coronel Plaza sostuvo con gallardía su reputación; los batallones 2 y 3 del' Perú con sus comandantes González y Benavides, mantuvieron firmes sus puestos contra bruscos ataques; los cazadores del número uno, se sin– gularizaron en la pelea, mientras el cuerpo estaba en · reserva. Los Húsares de Junín, conducidos por su comandante Suárez, recordaron su nombre para brillar con un valor especial; los granaderos de Co– lombia, destrozaron en una carga el famoso regimiento de la guardia del Virrey. El batallón Rifles no entró en combate; escogido para re– parar cualquiera desgracia, rec~rría los lugares más urgentes y su co– ronel Sánchez los invitaba· a vengar la traición con que fue atacado en Corpaguayco. Todos los cuerpos en fin, han llenado su deber cuanto podía desearse. Con satisfacción cumplo el agradable deber de recomendar a la consideración del Libertador, a la gratitud del Perú, y al respeto de to– dos los valientes de la tierra, la serenidad con que el señor general La Mar ha rechazado todos los ataques a su flanco, y aprovechado el ins– tante de decidir la derrota; la bravura con que el señor general Cór– dova condujo sus cuerpos, y desbarató en un momento el centro y la izquierda enemiga; la infatigable actividad con que el señor general Lara atendía con su reserva a todas partes, y la vigilancia y oportuni– .dad del señor general Miller para las cargas de la caballería. Como el ejército todo ha combatido con una resolución igual, al paso de los intereses que tenía a su cargo, es difícil hacer una relación de los que más han brillado; pero he prevenido al señor general Gama– rra, jefe de E. M. G. que pase a V. S. originales las noticias enviadas por los cuerpos. Ninguna recomendación es bastante para significar el mérito de estos bravos. Según los estados tomados al enemigo, su fuerza disponible en esta fornada, era de nueve mil ·trescientos diez hombres, mientras el Ejército Libertador formaba cinco mil setecientos ochenta. Los espa– ñoles no han sabido qué admirar más, si la intrepidez de nuestras tro– pas en la batalla, o la sangre fría, la constancia, el orden y el entusias– mo en la retirada desde las inmediaciones del Cuzco ·hasta Huaman– ga al frente siempre del enemigo, corriendo una extensión de 80 le– guas, y presentando frecuentes combates. La campaña del Perú está terminada, su independencia y la paz · de América, se han firmado en este campo de batalla. El ejército uni– do quiere que sus trofeos en la victoria de Ayacucho, sean una oferta digna de la aceptación del Libertador de Colombia. Dios guarde a V. S.- Antonio José de Sucre. Antonio José de Sucre, "Parte oficial de la jornada de Ayacucho", Aya– cucho, 11 de Diciembre de 1824, en Gaceta del Gobierno (Lima, 1 Q de enero de 1825), tomo VII, NQ 1, págs. 3-8.

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