Antología de la Independencia del Perú

ANTOLOGIA 605 La Constitución Vitalicia Bolívar redactó una Constitución para Bolivia, por encargo del Congreso de esa naciente República. Cuando fue disuelto el Congreso peruano de 1826, ya habíase decidido la promulgación de la misma Constitución en el Perú. La maravillosa superioridad del genio de Bolívar reside en su carácter multilateral. El guerrero, el hombre de salón, el orador, el escritor era, al mismo tiempo, el político, el estadista, el legislador. lCómo gobernar en América? Bolívar habíase colocado desde tiempo atrás en una posición distinta a la de quienes pretendían co– piar el jacobinismo de Europa. Sus juicios sobre los jacobinos habían sido despectivos. Llamábales "buenos visionarios que procuran la per– fección política imagtnando repúblicas aéreas". Cuando ellos goberna– ron hubo "filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, sofistas por soldados". "Los gritos del género humano en los campos de batalla o en los cuerpos tumultuarios claman al cielo con– tra los inconsiderados y ciegos legisladores que han pensado que se puede impunemente hacer ensayos de quiméricas instituciones". Si, como él también decía, las instituciones ideales por el hecho de serlo, no hacen felices a los pueblos, lhabía que adoptar la monarquía? Pese a unas cuantas veleidades que pudo tener eventual o clandestinamente, Bolívar acumuló muchos y definitiv-os reparos a esta otra panacea eu– ropea que era la ilusión monárquica. Creíala, en primer lugar, difícil por el rencor que había entonces contra la monarquía española y las monarquías en general. Temía que la presencia de príncipes europeos fuera una amenaza para la independencia de América y un peligro pa– ra la paz internacional. "Véase la naturaleza salvaje de este continen– te -decía además en su mensaje, precediendo al proyecto de Consti– tución boliviana- que expele por sí sola el orden monárquico; los de– siertos convidan a la independencia. Aquí no hay grandes nobles, gran– des eclesiásticos; nuestras riquezas eran casi nulas y en el día lo son más. Aunque la Iglesia goza de influencia, está lejos de aspirar al do– minio, satisfecha con su conservación. Sin estos apoyos, los tiranos no son permanentes; y si algunos ambiciosos se empeñan en levantar im– perios, Dessalines, Cristóbal, Iturbide les dicen lo que deben esperar. No hay poder más difícil de mantener que el de un príncipe nuevo. Bo– naparte, vencedor de todos los ejércitos, no logró triunfar de esta re– gla más fuerte que los imperios. Y si el gran Napoleón no logró man– tenerse contra la liga de los republicanos y de los aristócratas, lquién alcanzará en América a fundar monarquías en un suelo encendido por las brillantes llamas de la libertad y que devora las tablas que se le ponen para elevar esos cadalsos regios?" Ni la República jacobina, pues, ni la monarquía. La fórmula ex- , presada por Bolívar en la Constitución de 1826 fue la República fede– rativa con un Presidente vitalicio. En Angostura, en 1819, el pensa– miento político de Bolívar había estado influído por ideas inglesas; y en 1826, en el Perú, estaba influído por ideas napoleónicas de la época consular. Otro ejemplo que tuvo en mente fue el de Haití en donde Pé– tion había sido nombrado Presidente vitalicio con facultad para elegir su sucesor.

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