Antología de la Independencia del Perú

ANTOLOGIA 609 por la distinción con que lo he tratado, aun en sus · desgracias y, en fin es un caballero, tiene mucho talento y sagacidad. Los demás ya Ud. los conoce. El señor Pando es el sujeto más ilustrado que he co– nocido en todo el Perú; hombre de una firmeza inalterable y buen po– lítico. El señor Larrea conoce la hacienda, es muy honrado y muy adic– to a mí. Estos individuos componen el Consejo de Gobierno y yo estoy persuadido que está formado con lo más selecto del país" (3 de julio). Sobre Santa Cruz demostró más entusiasmo aún cuando escribió a Sou– blete: "Este general tiene cualidades muy superiores a los que han mandado hasta ahora en el Perú y, a la verdad, es el único en quien he podido fijarme después de la tenaz resistencia del general La Mar" (Lima, 6 de junio de 1826) . Al partir Bolívar con rumbo a Colombia el 2 de setiembre de 1826 dejó encargada la suprema magistratura al Consejo de Gobierno baju la Presidencia de Santa Cruz y con la Vice-Presidencia del ministro que designara la suerte; Santa Cruz debía nombrar al ministro de Gue– rra; y tanto Pando como Larrea conservaron sus carteras. El más resuelto de los miembros del Consejo de Gobierno, fue don José María de Pando, el autor de la Epístola a Próspero. Había nacido Pando en Lima en 1787. Viajó a España, con su familia y entró como alumno en el Real Seminario de Nobles de Madrid donde se dis– tinguió por su talento. A los quince años, en 1802, empezó su carre– ra diplomática como empleado en la legación del Rey de España ante el Duque de Parma y después se le trasladó a la legación en Roma. En esa ciudad conoció en 1804 a Bolívar. Como en 1808 rehusase pres– tar homenaje a José Bonaparte fue apresado, con todos sus compa– ñeros de legación, y conducido en 1809 a la fortaleza de Fenestrelle en los Alpes. Escapó de allí en 1811 dirigiéndose a España y luego -mediante empeños poderosos- a Lima. A principios de 1815 regre– só a la Península y llegó a ser nombrado ese mismo año secretario de la legación en el reino de los Países Bajos con desempeño de las fun– ciones de encargado de negocios. Fue ascendido en 1818 a oficial de la prímera secretaría de Estado y, poco después, a secretario del rey con ejercicio de decretos, concediéndosele también la Cruz de Carlos III. Tomó parte muy activa en la redacción del célebre manifiesto de 10 de marzo de 1820 en que el monarca prometió conformarse a la Constitución; y se le nombró encargado de negocios y cónsul general en Lisboa. Durante su residencia en esta Corte volvió a ella el rey don Juan VI que también juró interinamente la Constitución espa– ñola. En 1822 obtuvo el empleo de oficial segundo en la primera se– cretaría de Estado y volvió a salir en comisión, en calidad de primer secretario de la leg-ación española en París de donde fue expulsado con todos sus miembros en momentos en que Luis XVIII se prepara– ba a invadir la Península para restablecer el absolutismo con los "cien mil hijos de San Luis". Agonizaba el régimen constitucional cuando llegó a ser nombrado en mayo de 1823 secretario de Estado, ,es decir, ministro. En un mani– fiesto fechado en Lima en 1826, dijo que, como condición para aceptar este cargo, puso el reconocimiento de la independencia de América, lo que ségún él, fue concedido para cuando concluyera la guerra civil en F~paña. Pando propuso luego solicitar la mediación de Inglaterra

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