Antología de la Independencia del Perú

612 A N T 0 -L O G I A . te el mundo sensible y la actividad del hombre, la utilización de la ob– servación, el experimento y el racionalismo deductivo. Encarna el sor– prendente prestigio y la importancia de la Ciencia que, en su caso, se coloca por encima de los blasones heredados, de las posiciones burocrá– ticas y aun de las dignidades eclesiásticas. El médico y preceptor ari– queño que llega rápidamente a las cimas de la vida social de Lima por medio de su relación con las poderosas familias de los Landaburu y los condes de Monteblanco es, al mismo tiempo, el sabio respetado y acatado por los virreyes desde Croix y Taboada y Lemus hasta O'Higgins y Abascal. Aunque algo tardíamente, en este fenómeno se reproduce, en cierto modo, el auge de los "filósofos" en la Europa del despotismo ilustrado, el gusto por el saber que entonces se propala en las academias y en los periódicos y llega hasta los salones y se cuela en la recámara de los gobernantes. Anuncia una era de respeto a la inteligencia que luego el predominio de las motivaciones económicas, la confusión polí– tira y, últimamente, el miedo a la revolución social, no han permitido desarrollarse. El bienestar y aun la fortuna los logra Unanue sin que ellos im– pliquen la especulación mercantil, la prebenda oficial o el peculado. Ejercita su actividad en un campo de pensamiento que puede ya de– senvolverse al margen del Estado y de la Iglesia. Trabaja dentro de un radjo de libertad .para investigar, para expresarse y para actuar en la cátedra, el libro y el periódico. Pensamiento secularizado. aunque Una– nue en lo profundo de su intimidad espiritual y moral, continuara fiel a la recia fe de sus antepasados. Su secularismo, como el de la demo– cracia norteamericana, coexiste con una conciencia religiosa, sustentán– dose en vaolres básicos que, dentro de sus diferentes niveles, no se excluyen. (En su .artículo Mi Retiro afirma que en "esas grandes con– vulsiones del globo en que me he considerado un átomo vagando en la inmensidad de la naturaleza, un fuerte sentimiento religioso me levan– taba siempre hacia Dios; y experimentaba no sé qué aliento de segu– ridad y de grandeza") . Los médicos peruanos tienen muchos motivos para enorgullecerse de quien, ante la historia, ejerce su representación gremial. La me– dicina en Unanue no fue sólo tarea profesional sino, ante todo, actitud científica. A pesar de los errores y limitaciones de su obra, inevitables dentro de la época y el medio, simbolizó la tendencia a la observación concreta, al estudio experimental, al c9nocimiento anatómico que abrió paso a las grandes transformaciones de esa disciplina en los siglos XIX y XX. El mismo definió su lucha contra "los charlatanes y empíricos que habían adquirido sus conocimientos por práctica grosera o que juz- . gaban explicar y ordenar por el hombre quimérico que se habían fi– gurado en la mente". Unido indeleblemente a la cátedra de Anatomía desde 1767, a la fundación del Anfiteatro Anatómico en 1792 y al es– tablecimiento y organización del Colegio de San Fernando entre 1807 y 1811, hay una frase de su estudio sobre el clima de Lima que bien po- · dría tomarse como lema para todos los tiempos: "La Medicina está fun– dada en la observación puntual de los hechos que enseñan mutuamente su conocimiento y en los justos raciocinios con que se deducen las con– secuencias y se ordenan en un cuerpo de doctrina" . Pensamiento que coincide con otro ·estampado en la "Advertencia" a la 2:;i edición de esa

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