Antología de la Independencia del Perú

ANTOLOG!A 613 misma obra: "Mi principal cuidado ha sido estudiar en la naturaleza las cosas de que trato . Las he considerado en sí solas y después de co– nocidas han venido a exornarlas la memoria y la imaginación". Y al lado de esta profesión de fe, muy bella parece la pintura del arquetipo de médico que él encuentra en su maestro Gabriel Moreno: "Ora se considere como dogmático, ora como clínico ¡qué profundidad, ma– durez y extensión de conocimiento en los dictámenes! ¡qué tino y pru– denda en el ejercicio práctico! Pero aún más ¡qué compasión, qué blandura, qué interés a favor del afligido!" Más allá del gabinete y del consultorio, concibió a la medicina en sus proyecciones sociales y nacionales, vinculándola con el gravísimo problema de tener hombres sanos, libres de endemias y epidemias, ha– ciendo así de su profesión un símbolo que frente a la "decadencia del Perú" (por obra de la ignorancia, de la superstición o de la crueldad) significara la "restauración del Perú" (por obra del saber, de la ca– pacidad y de la eficacia) y afirmando que para el médico "la verdadera piedad, honor y gloria consiste en mirar por la del pueblo posponiendo a ella todas las inclinaciones y las utilidades propias". Antes de que llegara en 1806 la expedición organizada para difundir la vacuna, ya en 1802 la aplicó en Lima. Y en el Cuadro sinóptico de las ciencias que se enseñarán en el Colegio de Medicina de San Fernando de Lima in– cluyó las Matemáticas, la Física, la Química, la Mineralogía, la Ana– tomía, la Zoonimia y, al mismo tiempo, '1a Psicología, y dentro de los estudios de Medicina Práctica, al lado de la Clínica, Operatoria, Obs– tetricia y Farmacéutica, dentro de la Topografía, la Medicina Peruana. Sólo su labor de maestro ya le d,aría rango inmortal. "En 66 años de edad (escribió él mismo en 1821) he consagrado 45 a ense– ñar a la juventud, he promovido establecimientos para su educación". Imaginemos a Rodríguez de Mendoza con éxito social, producción ne– tamente científica, vasta actividad periodística, inquietud universal y nacionalista, auge político bajo las más variadas circunstancias y, por añadidura, acción administrativa; y el comprobar que nada de eso acompañó al Rector de San Carlos, no será para desdoro de él y sí para realce del organizador de San Fernando. El amor a la investigación empírica en vez de la especulación teórica, a lo concreto en vez de lo abstracto, caracteriza a la mentali– dad de Unanue aun fuera de su ámbito profesional. Todo ello no ri– ñe con el humanismo de su espíritu y la vastedad de su curiosidad in– telectual. iQué no leyó! Encuéntranse en sus escritos, aparte de citas médicas y científico-naturales, otras de libros de viajeros, estudios de geografía e historia, derecho y política, administración y hacienda, poetas griegos y latinos o modernos como Pope y Young, revistas y publicaciones periódicas, empleando tanto 'los dos idiomas clásicos co– mo el francés y el inglés; en este último su información provino no sólo de Inglaterra sino también de Estados Unidos siendo las Notes on the State of Virginia de J efferson una de sus referencias predilectas. El saber no lo embriagó ni lo desquició. Aunque en dispersas páginas dejara la huella de tiernos y profundos sentimientos (como en su ar– tículo El amor conyugal que termina con unos versos sollozantes) fue, en realidad, un clásico . Su vejez tiene algo de la serenidad goetheana.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx