Archivo Riva Agüero
XIV CARLOS DEUSTUA PIMENTEL Que hasta esa fecha no muestran los autos cargo alguno contra su administración = Que las imputaciones que se le hacen, y á que se refieren los varios documentos que obran son posteriores a la epoca en que se decretó su cesación en el mando; y conciderando lo. que para desidir todo asunto deben los Jueces examinar antes su competencia = 2o. Que la Jurisdicción de esta Corte 185 / Suprema, en las Causas Criminales que se formen al Presidente de la República, según la atribución primera del artículo siento onse de la Constitución, es unicamente para conoser de aquellos que tengan orijen del tiempo y actos de su administración de que es responsable conforme al artículo ochenta y ocho = 30. Que los hechos, que no sean de esta épo– ca y naturaleza, tocan al fuero que gozó el acusado al tiempo de perpetración; Declararon que por lo respectivo al periodo en que don José de la Riva Agüero obtuvo el mando Supremo de la Republica no hay merito para que se le siga la Causa y que los cargos que puedan deducirse por su conducta poste– rior al tiempo de su administración igualmente que la Reso– lución sobre seguirse, ó no este Juicio, no corresponde a este Supremo Tribunal, y mandaron se devuelvan los autos al Su– premo Govierno para los fines cosiguientes". Este testimonio y otros más que se insertan en este volumen, como las numerosas proclamas de adhesión a Riva Agüero durante su agitada presidencia, nos llevan a pensar lo mismo que su biz– nieto cuando escribió lo siguiente: "No puede decirse en manera al– guna que Riva Agüero quiso "entregar el Perú a España". Lo que quiso fué emanciparlo de veras, tanto de España como de Colom– bia; libertarlo de todo yugo forastero; impedir que pasáramos, como sucedió, de la servidumbre antigua a otra aún más severa y áspera, de la que no nos salvaron al cabo sino dos casos f ortui– tos, que fueron también, ¡oh verguenza!, dos causas extranjeras: la sublevación de la guarnición colombiana de Lima, que acabó con el sistema vitalicio en 1827, y la disolución de la Gran Colom– bia, que contrarrestó los efectos de la derrota de Tarqui en 1829". Nuestro agradecimiento a los doctores Alberto Tauro del Pino y Félix Denegrí Luna por los documentos que nos proporcionaron, así como también al doctor Rafael Andrés Vivanco por su colabo– ración con la corrección de las pruebas y preparación de los índi– ces.
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