Asuntos militares
16 GRAL. EP FELIPE DE LA BARRA tancia en que se hallaban para Chincha era mayor que la que tenía del mismo Chincha al enemigo: quien si intentaba batirlas podría muy bien hacerlo con ventaja en el mismo camino, donde podía operar con suceso su caballería, que debía supo– nerse de 500 caballos: Que para creerlo así, y que el movimiento del enemigo era con una fuerza respetable, había varias reflexio– nes, que las hizo a la Junta; y entre ellas la del parte dado por el Capitán D. Juan de Dios Gonzales sobre que Canterac pedía se le preparasen para el 26 de Marzo en el pueblo de Acobamba, 800 tercios de alfalfa y 400 de leña, añadiendo cuantos fundamentos estimó oportunos para manifestar que en la incertidumbre en que se hallaban era cordura anticipar las medidas de precuación: Que en este estado tomó la voz el Comandante General y dando prin– cipio por la expresión de que estimaba por apócrifa la noticia de Gonzales, ratificó que tenía buenos y abundantes espías, que le da– rían noticias detalladas, y que los esperaba de un momento a otro con avisos del verdadero número de los enemigos: Que la Junta con esta exposición se decidió por pluralidad a que, supuesto que sólo momentos faltaban para recibir puntuales avisos, se espera– sen en aquella situación, poniendo únicamente la división en tal grado de movilidad que sólo quedase lo indispensable para un ca– so de retirada: Que el confesante salvó su voto, porque siempre estimaba más ventajoso emprender desde luego el movimiento propuesto hacia la Aguada de los Palos. Que el siguiente día Vier– nes, se verificó sólo en la noche la partida de enfermos que de– bían caminar a Pisco, a costa de mil esfuerzos del confesante, au– xiliado de sus ayudantes Teniente Coronel Estomba y Capitán Da– vausa, a quienes previno que sin la menor consideración hiciesen recoger cuanta bestia encontrasen, sin embargo de lo cual apenas alcanzaron a caminar los enfermos, no habiendo sido posible que saliese la Comisaría, la imprenta ni útiles ni equipajes de los cuer– pos, porque no hubo mulas en que conducir cosa alguna; siendo de advertir que desde el Jueves a las ocho de la mañana, que vino la primera noticia, hasta aquel instante no había cesado de recon– venir al Comandante General y al juez de arrieros para que se trajesen esas 600 mulas aparejadas, y esa infinidad de caballos, que a su legada el Lunes, le había asegurado que estaban prontas : Que tan distante de conseguir la reunión de esta bestias, le asegu– ró el juez de arrieros en dicha noche del viernes, que ya muy po– cas mulas podrían conseguirse y cuando más, hasta el siguiente día sábado a las nueve o diez de la mañana, podrían llegar unas 25 ó 30. Que sorprendido con esta noticia, despu 's de que pasa-
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