Asuntos militares
I. ANEXO DEL AÑO 1822 19 senciado ese día la marcha del enemigo, aseguraba que desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde habían desfilado, lo que corroboraba que fuesen los cuatro mil hombres que afirma– ba el joven: Que sin embargo del riguroso secreto que de parte de todos se aguardaba, ha sabido con dolor que el Comandante Gene– ral mandó a las Señoras dueñas de la Macacona, un recado di– ciéndoles, que en alta hora de la noche lo esperasen, pues se re– tiraba con la división, cuya noticia la anunció aquella Señora en su casa a presencia de varios: Que considerando que el tránsito pre– ciso para la Macacona era riesgoso y este punto interesante to– marlo cuanto antes, se remitieron repetidos espías para que ex– plorasen el camino y dicha hacienda : Que estos llegaban con fre– cuencia asegurando que nada había en aquel tránsito, y la Maca– cona estaba sin enemigos; que entre tanto y con la rapidez imagi– nable mandó cargar la artillería; reunir las avanzadas, tomar las mochilas y en fin preparar todo lo necesario para la retirada, que en la división se estimaba como por marcha sobre el enemigo; que practicado todo y situada la caballería (ya aumentada con la reu– nión de Olavarría y la partida venida de la Nasca) en las avenidas del Carmen Alto para que en caso de acometida del enemigo, lo contuviese, se emprendió la marcha en el orden y con las precau– ciones debidas, de llevar una avanzada de seis hombres y un ofi– cial de caballería por delante ; luego las tres compañías de cazado– res al mando del confesante, y en seguida los batallones por su orden, guardada entre ellos la distancia necesaria y la formación ordenada que correspondía: Que cuando faltaba como tres cua– dras para llegar al interesante punto de la Macacona vino uno de los espías más dignos de confianza y aseguró que nada había has– ta dicha Macacona; y cuando con esta agradable noticia avanza– ba la división, se observó la vuelta del oficial que iba de descubier– ta quien expuso que acababa de llegar a 'la Macacona una partida como de cuarenta caballos y había quitado todo el ganado que se llevaba por delante: Que el exponente concibió cómo era regular, que aquella partida fuese alguna descubierta del enemigo que sin duda venía a retaguardia y debía suponérsele aún en distancia de menos de doscientos o trescientos pasos : Que como al confesan– te le faltarían como ciento y tantos pasos para llegar al mismo pun– to, consideró que la disposición del momento que debía tomar era avanzar al trote para forzar con las compañías de cazadores a la partida de caballería a que dejase la Macacona y ocuparla de este modo antes que el enemigo : Que con este designio emprendía la marcha violenta: Que a la boca del callejón de la hacienda rom-
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