Asuntos militares
26 GRAL. EP FELIPE DE LA BARRA bres de infantería y mucha caballería, cuyo número no podía con– jeturar. Con estos avisos se reunieron todos los jefes de la divi– sión para acordar lo que fuese más conveniente para dejar bien puesto el honor de las armas de la patria: todos resolvieron el que se esperase a saber la fuerza con que el enemigo se aproxi– maba, y de unánime acuerdo de todos se resolvió que partiese el Capitán Martínez de parlamentario con el objeto de indagar si a la cabeza de las tropas enemigas venía Canterac, creídos de que si así fuese debería ser la fuerza mayor de la que se nos había ase– gurado ; confundíanos el que estando los enemigos tan próximos no hubiese un solo habitante de los pueblos inmediatos que nos diesen el menor aviso: Que en la misma tarde dispuso saliese el Capitán de granaderos de a caballo Olavarría con los pocos grana– deros que había de su cuerpo a observar los movimientos del ene– migo: Que en la misma noche del Jueves 4 reunió a todos los jefes para que deliberasen según las ocurrencias posteriores, y todos fueron de unánime parecer se esperasen las compañías de cazado– res y granaderos del número 1, que debían por momentos llegar de la Nasca, como así mismo parte del escuadrón de granaderos del Perú y que reunida que fuese esta tropa nos retirásemos con toda la división a Pisco. En aquella noche se mantuvo toda la di– visión sobre las armas y se tomaron todas las precauciones de seguridad. Al siguiente día se mantuvo Olavarría sobre los enemi– gos, y por los partes que daba nos confirmábamos en la opinión que habíamos tomado de que la columna enemiga no pasaba de 1,000 hombres : Que en la tarde de dicho día Viernes llegaron las compañías que se esperaban de la Nasca, y dándoles algún des– canso, toda la división estuvo antes de ser de día pronta para marchar y hacer su retirada a Pisco. En la misma noche mandé arrear 130 cabezas de ganado vacuno para dicho Pisco persuadido de que la división debía seguir; y mi equipaje y criados marcha– ron a las seis de la mañana para la Macacona. Dispuesto todo en este orden, cargada la artillería y municiones en sus respectivas mulas se me representó por el jefe de Estado Mayor el que se diese algún refresco y descanso a la tropa, y aun por los jefes se pidió hiciesen devolver algún ganado del que había marchado pa– ra que comiese la tropa. Estas operaciones interrumpieron la mar– cha de la división, y los posteriores avisos de Olavarría en que ase– guraba que toda la fuerza enemiga llegaría a 1,000 hombres; así es que en la mañana nos atrincheramos en la ciudad y tratábamos de buscar al enemigo y batirlo antes que se reuniesen a él la di– visión que venía por Córdova, y sobre las que obraba Molinares,
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