Asuntos Militares el Ejército Libertador del Perú
En la presente edición hemos tratado de superar las anotadas erratas, pero queremos repetir nuestro agradecimiento al profesor Draghi Lucero, que con su trabajo, que sabemos por colegas chilenos que fue hecho sin ahorrar molestiaSi, nos ha ayudado considerabte– mente. La importancia de esta documentación {ue conocida desde los días de la Independencia, pues una parte de ella fue publicada, n distintas oportunidades, en los periódicos chilenos de la época, espe– cialmente en la Gaceta Minist erial de (sic), que era el vocero oficial de ese gobierno, a tal extremo, que apelamos a su consu"bta para efectuar confrontaciones respectivas, en los casos en que la letra de los manuscritos originales por falta de claridad de su caligrafía, por culpa del amanuense o del tiempo, no fuese muy legible. Fina"ftmente queremos dejar constancia de nuestro desacuerdo con los prólogos preparados por el profesor Draghi Lucero, que en una actitud que nos resulta incomprensible, para exaltar la figura del ilustre San Martín, deprimió el aporte peruano a nuestra Indepen– dencia, yendo en ciertos casos al extremo de tergiversar las mismas citas que hace de documentos contemporáneos a los acontecimientos de que se ocupa. · Se pueden resumir los distintos pasajes adversos a los perua– nos, en sus dos prólogos, con la siguiente acotación: "En 1820· repe– "tía San Martín la peligrosa prueba. Se lanzaba con todas sus es– "casas fuerzas no sólo contra el poderoso ejército realista del Perú, "sino contra la atonía de un pueblo que no suspiraba por su libertad" (Juan Draghi Lucero, "Introducción" en Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Anales del Instituto de Histo– ria y Discipl:inas Auxiliares (Mendoza, 195ü), tomo V, pág. V). En eso Draghi Lucero se contradice, porque antes, en el prólo– go al tomo IV 11 manifestaba que San Martín había cambiado sus pla– nes y decidió emprender la campaña contra los realistas del Perú con sólo cuatro mil hombres, "en momentos en que Lord Cochrane se ''ofrecía él mismo para encabezar a un cuerpo de 2000 hombres ele– " gidos para sublevar el Perú y prometía realizar verdaderos milagros "con esta reducida fuerza" (Ibídem, tomo IV, pág. XLIII-XLIV). Y digo que hay contradicción, pues si San Martín estaba dis– puesto, como Do hizo, a venir a nuestras playas con sólo cuatro mil hombres, es porque estaba muy seguro del apoyo que le brindaría, como lo brindó, y en forma ilimitada, el pueblo peruano, sin distin– ciones de clases ni de razas, ya que sólo así era posible realizar esos
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