Asuntos militares: estado militar, años 1824-1825-1826

68 GRAL. EP FELIPE DE LA BARRA V. S. sabe, que la constitución Española es un monstruo de una forma indefinible: Semejante al gobierno del gran turco, aun– que con apariencias enteramente opuestas. Lo que en Constanti– nopla hace el gran Señor, en Madrid lo ejecuta constitucionalmen– te una asamblea de infinitas cabezas, tan absoluta en su voluntad, como el primer déspota del mundo. Así se ha visto que ha hollado la religión, ha hollado el trono y no ha sembrado la libertad: por– que esta preciosa planta no nace ni en los paramos helados, ni en los ardientes arenales; sino en aquellos terrenos, donde la natura– leza ha combinado sabiamente los principios del calor, y del frío. La constitución española, en fin no es más que un gobierno popu– ',lar con un rey, para que estos dos extremos en un choque perpetuo, produscan el conflicto más doloroso y más interminable . Por estas consideraciones, Señor General, yo no puedo menos que persuadirme de que V. S. bien aconsejado por su propia recti– tud,. y por la experiencia ponga a cubierto de sus enemigos perso– nales esa parte del pais, y las tropas que le obedecen con el fin verdaderamente laudable de asociarse a la buena causa de la Amé– rica, que la providencia había separado del antiguo mundo con el justo designio de darlo en propiedad a sus moradores. V. s. no dejará de convenir en que la providencia está declarada en favor de la independencia de América, y que al oponerse al imperio de sus decretos es una rebelión execrable. Eche V. S. la vista sobre toda la América y observe cuántos prodigios el cielo ha operado en estos días para consumar la obra de nuestros gobiernos . Y ob– serve V. S. igualmente los ejemplares castigos que sufre la España por los crímenes cometidos contra la América, pues no hay la menor duda de que en Europa la España es inocente; sin embargo sufre los azotes más crueles. Ultimamente, Señor General, la posición de V. S. es al mismo tiempo tan crítica como ventajosa. Siempre que V. S. conserve la actitud amenazadora que V. S. tiene actualmente su suerte no puede ser infausta, y probablemente debe ser honrosa . Nosotros vamos a emprender la campaña, y debemos triunfar: entonces, V. S. habrá sido uno de nuestros más grandes auxiliares, por haber lla– mado la atención de nuestros enemigos por esa parte: por consi– guiente nuestra gratitud será igual al servicio que V. S. nos haya hecho. Tanto V. S. como los oficiales, tropas y pueblos de su man– do serán beneméritos del Perú, y de la América, y gozarán de las mayores ventajas, y yo ofrezco a V. S. una generosidad sin límites y Ja protección más cordial.

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