Asuntos militares: estado militar en 1823

ESTADO MILITAR CORRESPONDIENTE AL AÑO 1823 173 Hace mucho tiempo que al Ejército no sólo no se le dan sus ra– ciones completas, sino, que lo que recibe de ella no alcanza alimen– tar una criatura. Muchos días ha dejado de recibir la leña pre– cisa con que coser esta misma miserable porción de su ración que recibía, y llegando las fechas hasta el extremo de que la tropa te– nía que buscar leña donde podía, que algunas veces se quedó sin comer hasta las ocho de la noche, y que otras los Jefes de los Cuerpos tuvieron que ocurrir a arbitr10s particulares, y de pagar por si mismos la leña; me vi en la necesidad de decir al Presi– dente del Departamento que la sacan de las casas de la ciudad. A las tropas del Callao no se da para harina muchos días, y por toda ración reciben charqui muy viejo, y una grasa que mere– ce llamarse sebo. De aquí ha resultado que hay cuerpos que ha– cen aquella guarnición tienen tantas bajas como los que le oca– sionaría una epidemia. El vestuario del ejército ha estado parado hasta que S. E. proveyó de recursos para continuarlo, persuadido que ya no había nada que esperar de otra parte por más pasos que se daban, y por más resortes que se movían. Al ejército se le debe una gran parte de sus haberes. Este estado de cosas, ha obligado al Libertador a disponer que venga a esta ciudad la leña y el ganado, que se había prepara– do en la ruta que tenía que llevar el ejército para penetrar en la Sierra resultando de aquí una falta que es indispensable reparar si se quiere la libertad del país. Que se eche mano de las racio– nes que se habían aprestado en el Callao para una expedición ma– rítima. Que se dé diariamente un real a la tropa para que com– pense las faltas de las raciones. Que se diesen siete mil pesos al contratista de los vestuarios, sacando 5 de éstos de sueldos que S.E. había tomado aquí de comerciantes por letras giradas sobre Guayaquil, y el resto de los diez y seis mil prestados por el Comi– sario Cocheido, y que se habían reservado para los últimos tra– mos. No obstante todo esto, como no se remediasen los males que amenazan la existencia del ejército, S. E. se interesó por mi con– ducto con el señor don Juan José Sarratea para que proporciona– se su subsistencia. Acompaño a V. S. la contestación que me ha dado aquel sujeto, a cuyo patriotismo se debe que la tropa ten– ga que comer cuatro días más.

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