Asuntos militares: juntas de guerra (1820-1821)

JUNTAS DE GUERRA 81 (78) CIRCtJLAR A LOS INTENDENTES DE TRUJILLO, GUAYAQUIL Y TAR.MA, AVISANDOLES QUE LOS ENEMIGOS SIGUEN OCU– PANDO A PISCO; Y QUE SE CONTRAIGAN A LA SEGURIDAD DE SU TERRITORIO. Los Enemigos siguen ocupando la Villa de Pisco con su Es– quadra al frente, y las avanzadas por la parte de acá de Chincha. Se les han unido aunque en corto número, algunos negros de las haciendas inmediatas, los mismos que les han proveído también de algún ganado caballar y vacuno. Habiendo invitado de orden del Rey al Caudillo a una conferencia por medio de Comisionados en la que anunciando el nuevo orden Constitucional restablecido en la Monarquía, se propongan y examinen las bases de una ne– gociación pacífica que trance las diferencias hostiles que tantos males han causado a la América, me ha enviado aquél, sus Dipu– tados al efecto y se hallan ya a las inmediaciones de esta Capital donde tratarán con los que tengo nombrados por mi parte sobre este importantísimo negocio, estando suspensas las operaciones militares entre tanto se discute y concluye. Las condiciones con que Su Magestad desea el sosiego universal de estos países y que se concluyan los horrores de esta destructora guerra, son las más benignas, las más racionales en el estado actual de las cosas, las más favorables a la suerte futura del nuevo mundo, y las más ventajosas también a los mismos mandatarios que presiden la re– volución en los países disidentes. Si éstos pues consultan los ver– daderos intereses de los Pueblos y los suyos propios, el tratado puede tener las más felices consecuencias : pero como ellos se ha– llan muy empeñados en su sistema, y la operación ha hecho co– nocer que son poco accesibles a una conciliación en que tengan que ceder algo de sus pretenciones, se reúnen también muchos datos para creer que sólo han entablado la presente negociación para ganar tiempo y hacerse mientras tanto de recursos y parti– do en el país. Por consiguiente, es de absoluta necesidad que no lo perdamos tampoco por nuestra parte, y que los que mandan los Pueblos subordinados no sólo se preparen con eficacia y estén dis– puestos a recibir qualquiera agresión, sino también que pongan un especial cuidado y vigilancia para impedir que cunda en los habitantes de su distrito el contagio político que pretenden pro– pagar nuestros Enemigos, y que tomen todas las providencias que les dicten su perspicacia y celo para mantenerlos en la debida se– guridad penetrándolos de las ventajas que debe atraerles su ad-

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