Asuntos militares: juntas de guerra (1820-1821)

JUNTAS DE GUERRA 9 con la mayor repugnancia, en que se despren~iese del Ejército una fuerza tan considerable, en circunstancias de que continuan– do los enemigos en el estado de una decidida ofensiva debíamos considerarnos siempre amagados muy próximamente del respe– table apresto que se nos anuncia ahora de positivo. El resultado es que en el día solo puedo contar con cinco Batallones de Yn– fantería que apenas podrán poner sobre las armas seiscientos hombres cada uno; que de éstos uno se halla de guarnición en el Callao y otro en Huaura, puntos que no deben de ningún modo desatenderse; y que en suma agregando 400 hombres de Caballe– ría y la Brigada de Artillería a lo más podrán salir a Campaña 2200 hombres con 20 cañones. Muy pocos conocimientos se nece– sitan para comprender que una tan grande desproporción de fuer– zas anuncia infaliblemente el último sacrificio de los defensores de la justa Causa, y que a este terrible acaecimiento es consiguien– te la pérdida de la Capital; la del Virreynato y la de toda la Amé– rica del Sur. Sin tamañas transcendencias, y si el mal no fuese susceptible de remedio yo me abstendría de bosquexar a VV. SS. la funesta perspectiva a que nos ha aproximado el inevitable curso de los sucesos. Los activos Gefes que me rodean podrán con sus Providencias, y con la cooperación de sus beneméritos Oficiales reducir otra vez en muy pocos dias al servicio los mismos tres mil hombres que a esfuerzos de su dedicación convirtieron en unos verdaderos Soldados y que por lo mismo fueron licenciados con el mayor sentimiento suyo. El único obstáculo que se pre– senta es la falta de 400 caballos útiles, y sobre todo la del preci– so numerario para dar de comer a los que con riesgo de su vida van a defender el reposo, la seguridad, y el hogar común. Si los dueños prestan aquellos para el servicio de la tropa por algún tiempo o del modo más conveniente que discurra la Junta; y si ésta halla arbitrios para hacer efectivo sin género de duda ni con– tingencia un millon de pesos a razón de doscientos mil cada uno de cinco meses, la América se salva, y nuestros más queridos in– tereses son redimidos; pero de lo contrario aseguro á VV. SS. con harto sentimiento que yo no puedo responder ni con la menor probabilidad de la conservación del territorio que tengo a mi car– go. Siempre he hablado en semejantes casos con mi natural fran– queza, mas nunca he considerado tan inmediatos los peligros co– mo en el día, no por el poder de los enemigos sino por el mortal desfallecimiento de nuestros recursos. Aunque fastidie la repeti– ción yo debo concluir con ofrecer a la consideración de VV. SS. que en el conflicto actual se trata nada menos que o de salvar

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