Asuntos militares: juntas de guerra (1820-1821)
34 GRAL. EP FELIPE DE LA BARRA los que mandan y del prudente uso de la autoridad para afianzar el sosiego y la entera decisión de sus súbditos por nuestro propó– sito. La reunión Militar de los respectivos Cuerpos debe asegu– rar tan sagrados objetos y estar diestramente preparados para cuando la necesidad lo exija; con el bien entendido de que siem– pre que se mantengan fieles los Pueblos no sólo sufrirán su desen– gaño los invasores, sino que muy breve nos darán un día de glo– ria que asegure por mucho tiempo la tranquilidad de estos pací– ficos dominios. == Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. Lima, 11 de Setiembre de 1820.== Joaquín de la Pezuela.== Cir– cular a todos lo Gobernadores Intendentes y Comandantes Milita– res de ambos Virreynatos.== (25) OFICIO AL GENERAL ENEMIGO SAN MARTIN CONVIDAN– DOLO A QUE SE SOMETA AL GOBIERNO LEGITIMO SEGUN LO DESEA S. M. EN SUS REALES ORDENES. Excelentísimo Señor.- Cuando se hallaba preparado militar– mente para repeler cualquier agresión que se intentase en estas costas, recibo una Real Orden, en la que al mismo tiempo que se manda anunciar a los habitantes de esta América el plausible acontecimiento de haber jurado S. E. la Constitución Política de la Monarquía Española el 9 de Marzo último, se ordena a los pri– meros Gefes que la comuniquen a los de aquellos parages que se hallan separados de este sagrado código, y a que envíen Diputa– dos a las Cortes para que sean coopartícipes de la grandeza y glo– ria a que debe elevarse esta Heroica Nación con el nuevo siste– ma constitucional franqueando a sus primeros Magistrados todas las distinciones y consideraciones que sean compatibles con la dig– nidad del trono, y con el bien general de la Nación, y a los demás habitantes todas las gracias que se les han concedido por las cor– tes Generales, con eterno olvido de lo pasado, de que dará a Vues– tra Excelencia una idea anticipada la Proclama que dirige el Rey a los habitantes de Ultramar de que acompaño dos exemplares. En cumplimiento de este superior precepto estaba disponiendo la sa– lida de dos comisionados para el Reyno de Chile, con Poderes e instrucciones suficientes, a fin de que acordase con aquel Gobier– no los preliminares de la grande obra de nuestra pacificación, ce– sando desde luego las hostilidades, porque mal se puede tratar de la Paz en medio del estrépito de la Guerra. Esta era mi situa– ción cuando se me noticia el desembarco de V. E. en las Playas
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