Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 13
riátegui, Sánchez Carrión, Luna Pizarro, Arce, Ramírez de Arellan~, Olmedo, del núcleo de los ex-conspiradores fernandinos, encabezados por Unanue, y de los miembros del clero liberal, se perfila el grupo de los patriotas que en las príme– ras juntas clandestinas, integradas por individuos de las más diversas clases socia– les, antes y a la llegada de San Martín, trabaron contactos con los emisarios y es– pías de los gobiernos revolucionarios de Buenos Aires y Chile y decidieron la opi– nión de la capital limense por la Independencia. Se perfilan allí juristas y acredita– dos patriotas sin fisuras, como López Aldana, Manuel Villarán, Manuel Antonio Valdizán, Tomás Porcada, Pérez de Tudela; . científicos eminentes, como Eduardo Carrasco; hombres de pura acción revolucionaria, <;:orno el Dr. Cayetano Requena; y comerciantes y jefes de guerrillas, como Miguel Otero y Toribio Dávalos. ,. Ese haz de hombres de la élite inteiectual y de la burguesía media criolla, que reflorece en el seno de la Asamblea deliberante, estaba unificado, como en un eje convergente, por su doctísima formación ideológica, que les permitió compulsar, en acucioso examen crítico, la realidad del extinto virreinato peruano y planificar, a la luz de las nuevas y racionales problemáticas, las formas institucionales que juzgaron más adecuadas a la naciente República. Con una conciencia precisa del Perú, de su rica individualidad y de sus posibilidades futuras, concretaron un idea– rio del más admonitorio nacionalismo, de autonomía económica, intensificación de la producción y usufructo de los propios recursos naturales. En las mismas aulas del claustro sanmarquino, donde la mayoría de ellos ha– bían bebido las ideas de racionalismo y reforma, habían planteado sus alegatos bizarros a favor de la tierra y del hombre peruano, se habían saturado de las obras de los enciclopedistas, y habían fraguado los primeros periódicos liberales, como "El Peruano" y "El Satélite del Peruano", llegaron a granazón las más puras esen– cias de su pensamiento político, económico y social. En una de esas sesiones de oratoria ardiente y polémica, el antiguo palaciego y sabio Unanue, sostuvo con el lenguaje de la Ilustración dieciochesca, que no de– bía existir más lustre y prosapia que la propia virtud y exhortó a la vana nobleza criolla a quemar sus antiguos o recientes pergaminos, que. no la habían preserva– do de ser tan menospreciada por los orgullosos españoles, como lo había sido la clase media y los más brillantes intelectuales peruanos. Parodiando el olvidado acto literario de José de Arriz en ese mismo recinto, pronuncia Unanue la más convin– cente exaltación de la futura magnificencia del Perú: la Patria camina a grandes destinos. Allí, al frente del puerto del Callao, están los riquísimos imperios e islas del Asia, cuyas puertas de marfil no se han abierto hasta ahora sino al estéril mo– nopolio. ¡Qué tiempos serán aquellos cuando la China, la Nueva Holanda y el Pe– rú entren en comunicación y comercio! ¡Quién podrá entonces numerar la multi-, tud de buques cuyas anclas muerdan las arenas en la inmensa bahía del Callao!. Los -viajeros que atraviesen el camino hacia Lima, verán fecundos campos, jardi– nes y monumentos y, entrando a la Capital, encontrarán ciudadanos erguidos que extienden la mano al peregrino con aquella generosidad y nobleza de ánimo que es propia de los peruanos; y, en esos días venturosos, será "la más justa, la más pa,. 31
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