Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 17

de Condorcanqui; 12 de peruanos y 8 de extranjeros. Entre los trabajos de ex– tranjeros destaca por su aportación heurística la catalogación de más de 40 le– gajos de diversas secciones del archivo general de Indias realizada por un equipo de americanistas españoles bajo la dirección de Francisco Padrón. Se trata de 2,300 fichas con sumillas de los correspondientes documentos de esos legajos y cuyo tema único es el de la rebelión de Túpac Amaru, que se encuentra en las seccio– nes de Audiencia de Lima, Cuzco, Charcas, Buenos Aires y Chile, del Archivo Sevillano. Desde otras perspectivas interpretativas el estudioso del tema de Túpac Ama– ru encontrará puntos de vista muy apreciables en los trabajos del inglés John Robert Fisher y del español José Pérez de Tudela y Bueso. Ambos valoran el mo– vimiento del célebre cacique desde el proceso interno de evolución de la monar– quía indiana y dentro del programa de la reforma imperial de Carlos III. El colombiano P. Roberto M. Tisnes releva las repercusiones de Túpac Amaru en Nueva Granada; el paraguayo Julio César Chávez reseña los ideales y las conquis– tas sociales del gran rebelde; el mexicano Antonio Fernández del Castillo, la pro– yección de su pensamiento en las Cortes de Cádiz de 1812; el argentino Carlos A. Salas lo presenta como el principal · precursor de la independencia americana; y, en fin, la española María del Carmen Cortés, con nueva documentación proce– dente de la Academia de Historia de Madrid, estudia la actuación del oidor Mata Linares como juez y testigo de la rebelión. Al mismo ambiente y momento his– tórico se refieren los trabajos de los norteamericanos León G. Campbell sobre los peruanos en la Audiencia de Lima a fines del siglo XVIII y Mark Burkholder sobre José Baquíjano y Carrillo y su carrera en la Audiencia Limeña, y de este último personaje, cuya vinculación con Túpac Amaru no ha sido aún suficien– temente destacada, se publican como parte de otra ponencia hasta 43 cartas iné, ditas del período de su vida gaditana, entre 1799 y 1802. A estos enfoques habría que añadir las aportaciones peruanas de Carlos Daniel Valcárcel, César Angeles C., Abel Carrera N., Víctor Angeles, Lizardo Guillén, J.J. Vega y el boliviano Teodoro Imaña. Luego de una primera rev1s1on de estas Actas podemos intentar una conclu– sión: el levantamiento peruano de 1780, que tan vastas repercusiones alcanza en toda la América española, empieza a ser considerado en la actual historiografía como lo que realmente fue: el movimiento inicial del proceso emancipador, con , sus propias características de revolución indígena y mestiza pero con apoyo crio– llo, rural, campesina, de reivindicaciones sociales, andina, y con un programa de integración nacional, como puede leerse en los principales documentos del Ca~ cique. Frustrada entonces, e~a revolución resurgirá más tarde para confluir con aquella otra predominantemente criolla, costeña, cosmopolita, burguesa y de reivin– dicaciones políticas, que es la que cobra fuerza en la coyuntura de 1810. Ambos movimientos coexisten y a la postre convergen, aunque no lleguen a plasmarse plenamente ni a cumplirse todos sus ideales y programas. Lo importante es s4brayar ahora que el proceso de la independencia hispanoamericana tiene su arranque .en el corazón de los Andes peruanos y que desde allí comienza a andar 319

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