Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 17

EL PROCER BASILIO AUQUI Por Héctor LOPEZ MARTINEZ (De "El Comercio" de Lima del 22 de abril de 1974) El jueves último en ceremonia patriótica y justiciera, fueron colocados en el Panteón de los Próceres los bustos de José Olaya Balandra, del Mariscal Andrés de Santa Cruz y de Basilio Auqui. Se rinde así homenaje a tres hombres que de– dicaron su vida al noble ideal de forjar la independencia del Perú legando un ejemplo luminoso a la posteridad. Numerosos textos de historia recuerdan con detalle la trayectoria tanto del mártir Olaya, como la del Mariscal Santa Cruz. La figura de Basilio Auqui, por el contrario, es menos conocida y por eso intentaremos trazar aquí una breve sem– blanza del indomable caudillo. Desde 1814 los morochucos de Cangallo dieron infinitas muestras de su amor por la libertad y a lo largo de los años, hasta el día mismo de la batalla de Ayacucho, lucieron su habilidad de jinetes avezados, guerreros indómitos y pa– triotas ejemplares prestando valiosísimos servicios a la causa de la independencia. Por su valor y sagacidad, pese a sus muchos años, Basilio Auqui era tenido como uno de los jefes más importantes de las partidas guerrilleras de morochucos. Venciendo mil obstáculos el anciano había formado un escuadrón de jinetes pam– pinos en el que enroló como oficiales y soldados a uno de sus hijos y siete _de sus nietos . Con ellos participó en casi todas las acciones contra los realistas siem– pre con ánimo invicto y sin que los contrastes parecieran afectarle. En 1821, mientras destacamentos realistas salían desde Huamanga para "bus– car y aniquilar morochucos", Auqui, siempre alerta, buscando la forma de causar daño al enemigo, concentró en su campamento de la pampa a todos los anima– les de labranza de los alrededores y, como buen conocedor del terreno donde actuaba, dio orden de barbechar y mover la tierra de un lugar denominado "Suc– cha", para luego desviar un riachuelo y formar con sus aguas un extenso pan– tano disimulado con arbustos y malezas. Los realistas, una mañana del mes de noviembre de 1821, llegaron a las pro– ximidades de "Succha" y al ver sólo unos 400 jinetes morochucos armados úni– camente con hondas y cocobolos, decidieron atacarlos al punto. Formáronse en– tonces en dos escuadrones, aprestaron lanzas y sables y a la voz de su jefe car– garon furiosamente. Basilio Auqui y sus hombres, con gran serenidad, permane– cieron en actitud de espera viendo cómo el enemigo, a galope tenáido, penetraba en el pantano cayendo entre el fango jinetes y caballos . 322

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