Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 18

decisión de su pueblo y su gobierno, con su escuadra, su tesoro y con la reclu– ta con que había engrosado los dos cuerpos aliado's que formaban el Ejército Unido chileno-argentino". Estos cuerpos aliados, explicaremos nosotros, son las divisiones siguientes: División de ·los Andes (Argentina), con 2,313 soldados, y División de Chile (chile– na), con 1,805 hombres. Respecto de la nacionalidad de los componentes de la División argentina, el mismo historiador se encarga de aclararnos: "Gran parte de la División de los Andes estaba formada por soldados chilenos con uniforme de Buenos Aires". 2. En cuanto al papel jugado por el jefe del Estado chileno, puntualiza Mitre: "El Director O'Higgins, que en 1819 había pactado con el gobierno argen· tino llevar en común la libertad del Perú, costeando ambos Estados los gastos, hizo honor a las armas aliadas y al solemne compromiso internacional contraí– do ante el mundo, al tomar la ardua empresa a su sólo cargo e impulsarla vi– gorosamente y con fe. Al recordar más tarde las angustias que le costó, excla– maba: "Yo debí encanecer a cada instante". \ 3 ¿Pensará alguién que pudo "pasársele la mano" al historiador argentino, exagerando acaso con generosidad la importancia real de la contribución chile– na? Para salir de dudas -la historia debe ser infatigable en la investigación, que ésto precisamente significa historia-, veamos qué pensaba al respecto el propio jefe de la Expedición. A fines de octubre de 1820, desde Pisco, en proclama di– rigida al pueblo peruano, señala el general San Martín: "El día que el Perú pro– nuncie• libremente su voluntad sobre la forma de las instituciones que deben re– girlo, cualesquiera que ellas sean, cesarán de hecho mis funciones y yo tendré la gloria de anunciar al gobierno de Chile, del que dependo, que sus heroicos esfuerzos al fin han recibido por recompensa el placer de dar la libertad al Pe– rú y la seguridad a los estados vecinos". 4. ¿Y qué dice un personaje de la categoría de Cochrane, injustamente ol– vidado en nuestra patria? Por los mismos días en que San Martín dirigía la pro– clama anterior, el célebre almirante escribe a 0 1 l-Iiggins: "Aprovecho esta opor– tunidad de congratular a Vuestra Excelencia, por el progreso de la expedición que tiene la gloria de haber enviado a este país". 5. Del total aproximado de 3,000 soldados chilenos venidos con San Martín -sin contar- unos mil marineros de la, misma nacionalidad-, un elevado núme– ro muere como consecuencia de las epidemias en Huaura; otros, en las batallas de Cerro de Paseo, Macacona, Pichincha, Torata y Moquegua; .y, en fin, algunos vuelven a su patria. Pero no escasa cantidad de ellos permanece en el Perú, y combate en Junín y en Ayacucho. Como la historia debe ser objetiva, citemos un testimonio autorizado en apoyo de esta última afirmación nuestra. El general José de La Mar, jefe de la División Pe.ruana vencedora en Ayacucho, firma en el Cuzco -¿Cuzco o Cusco?-, el 20 de enero de 1825, una "Relación de los Señores Jefes y Oficiales que se dis– tinguieron en la Gloriosa Jornada del 9 de Diciembre de 1824". En este docu– mento aparecen cinco oficiales chilenos integrantes de una famosa unida,d pe– ruana: el regimiento "Húsares de Junín". Desqe luego que figuran en esta nó~ mina de •"distinguidos" de la misma unidad, en la misma acción, entre otros pe- 288

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