Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 19
los peruanos en armas y conquistar en esta pampa una victoria ·que transformó la realidad americana. Ahora, nos reunimos aquí los descendientes de aquellas legiones heroicas para evocar la batalla que,. en frase del Libertador Simón Bo– lívar, "es la cumbre de la gloria americana". Como si la historia se estuviese repitiendo, una vez más, a ciento cincuenta años de distancia, los hijos de Venezuela, de Colombia, de Argentina, de Chile, de Ecuador, de Bolivia y los de Panamá, vuelven a reunirse con sus hermanos del Perú, ya no bajo las banderas insurgentes de .la independencia política sino por el clamor que de lo más profundo de nuestros pueblos, nos convoca para rea– lizar la tarea de la hora: la segunda y definitiva emancipación de. América Latina. Estamos en el corazón de los Andes, en la Pampa de La Quinua, a la sombra del Condorcunca y· a la vera de la vieja y noble ciudad de Huamanga, que ostenta por disposición de Bolívar el nombre glorioso de Ayacucho. Estamos pues, en la columna vertebral de América del Sur, en tierra heroica regada con sangre de– rramada por la libertad; tierra de los morochucos legendarios, del bravío Basi– lio Auqui, de la valerosa María Parado de Bellido y del infatigable Mariscal An– drés A. Cáceres, todos ellos denodados defensores del Perú. La historia ha' requerido con justicia que este escenario grandioso se trans– formara en imperecedero símbolo monumental de la empresa libertaria que ge– nial y visionariamente condujo Simón Bolívar, para · que al igual que nosotros las generaciones futuras de todos nuestros pueblos no olviden jamás que Aya– cucho fue el triunfo de la unidad y de la solidaridad latinoamericanas. La Batalla de Ayacucho no fue, pues, fruto de las circunstancias, ni conse– cuencia exclusiva de Pichincha y de Junín. Fue, más bien, el término de la re– volución de la Independencia en los territorios de la América meridional, que se inicia en 1780 con la rebelión de Túpac Amaru en el Cuzco, que estremece las estructuras del Virreynato, enciende anhelos de libertad en vastas regiones y pro– yecta su influencia más allá de las fronteras del Perú. En tiempos de ese gran insurgente cuzqueño, aparece y se extiende por to– das las administraciones coloniales una prédica audaz que demanda la inde– pendencia y la creación de nuestras patrias. Ayacucho no hubiera . sido posible sin los precursores que en todos nuestros países, comprometieron los espíritus de la juventud con el ansía de la libertad y sin las rebeliones armadas de quie– nes preceden a las acciones libertarias de Sán Martín, de Bolívar y Sucre. A todos ellos debemos también en esta ocasión rendir emocionado tributo. Ayacucho fue la meta de una larga trayectoria de sacrificio heroico; la con– sagración de un esfuerzo colectivo de visión y de solidaridad internacional en que participaron todos los pueblos tan dignamente representados aquí, lado a lado con el pueblo del Perú liquidando en forma definitiva el dominio colonial español. En Ayacucho confluyen los .caminos recorridos por los insurgentes en Tinta, en Tacna, en Huánuco, en Cuzco, en La - Paz y en el Callao; ~llí ratifican 12
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