Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 19

terminada; su independencia y la paz de América se han firmado en este Campo de Batalla". Es comprensible el júbilo inmenso y la espectativa que recorrió de extremo a extremo ·el Continente. Liquidada la fuerza militar en el último y más fuerte bastión colonial, América Latina pensó que se abría. a su futuro un sitial entre las potencias liberales del mundo, que la admiraban por su cohesión revolucio– naria y por el mensaje de libertad que había emitido al derrotar al colonialis– mo por primera vez. Sin embargo, la liquidación del poder colonial, tan árduamente buscada, no comportó el inmediato enfrentamiento de la compleja realidad económica social de América Latina originada por la dominación. Pocos pensaron, que la eman– cipación no podía circunscribirse al poder político colonial sino que debía com– prender la totalidad del sistema que se había implantado con la conquista para reemplazarlo por uno que hiciese posible que los humildes y frustrados se acer– caran a la historia. Ahora, una distinta percepción de la problemática interna e internacional, da a los pueblos de América Latina la oportunidad de vivir un Segundo Ayacucho, esta vez contra los factores de dominación y dependencia que se oponen a nuestro desarrollo integral. Pero, hace siglo y medio, toda el ansia libertaria en lo político, se enfrentó desde el inicio de nuestra vida independiente contra muy serios problemas he– redados del coloniaje y que el liberalismo utópico y republicano de los nacientes Estados no tuvo capacidad de resolver. Problemas básicos provenientes de un sistema feudal latifundista, unidos a formas de dependencia que permanecieron intocadas, impidieron la emergencia de un proceso industrial que pudo haber se– guido a la terminación del dominio político, económico y comercial metropolitano. Los nacionalismos provincianos al servicio de intereses plutocráticos criollos, prevalecieron sobre la efímera unión de nuestras fuerzas armadas que habían logrado la independ~ncia política de este sub-continente. Al poco tiempo, Amé– rica Latina se convirtió en zona periférica de centros hegemónicos imperialistas que se fueron sustituyendo, afectando nuestra economía, sociedad y cultura, me– diante formas de dominación externa e interna que dándose la mano tornaron la espalda a nuestros pueblos y a nuestra historia. En Ayacucho cerramos una etapa en la vía de nuestra liberació.n, pero no pudimos a~entar entonces las bases necesarias para que nuestras sociedades al– canzaran también su plena independencia económica y social. Faltos de una emancipación integral la mayoría de nuestras poblaciones quedó marginada e inmersa en el círculo vicioso del subdesarrollo que condena a nuestros pueblos a la violencia cotidiana del hombre, la ignorancia, la enfermedad, el atraso y la miseria. América Latina, que advino a la vida política independiente con más de cien 14

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