Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 19

de toda la América Latina fue inferior al aumento de la población. Y esto nos lleva a la desconsoladora conclusión .que la debilidad económica es la causa pri– mordial de los disturbios políticos y- sociales. Son estos fenómenos de intran– quilidad los que se deben analizar y enfrentar debidamente, si no queremos que la corriente nos arrastre hacia puertos de anarquía. ,, La igualdad material, ciertamente, lo mismo entre naciones qµe entre indi– viduos es, hasta cierto punto hipotética quimera. Pero sí se puede, en cambio, lograr un mínimo de conquistas para cada pueblo: Condicion~s de alimentación, instrucción, salud, bienestar, si es que decidimos que la solidaridad económica en esta lucha crucial contra el subdesarrollo y la miseria, es tan importante co– mo la solidaridad política. La libertad, principio fundamental de la convivencia política, no basta por sí sola, y muchísimo menos, para satisfacer hoy al ciuda– dano de nuestros pueblos. Es indispensable que todo ser humano tenga derecho a una subsistencia digna y que la riqueza, fruto del esfuerzo de nuestros pue– blos, sea distribuida en forma conveniente, para eliminar una desastros,a situa– ción social. Es indiscutible que no podemos aplicar ahora, en nuestro tiempo, los mis– mos procedimientos y, sobre todo, la misma filosofía social de nuestros ma– yores en las cuestiones concretas del desarrollo económico, pues el ritmo de los fenómenos sociales ha cobrado en nuestros días una celeridad que contras– ta con la _lentitud que tenían en otras épocas. Esperar que el incremento del ahorro nacional y del capital privado impulsen por sí solos ·el proceso de indus– trialización imprescindible para lograr la mejoría de las balanzas de pago y para alcanzar el progreso, es postergar la solución de los problemas sociales y mantener una amenaza permanente de perturbaciones internas, pues los pue– blos consideran que no son suficientes para su crecimiento los recursos lentos y cautelosos de los métodos tradicionales. Por esto es recomendable la adopción de un nueva filosofía social que permita salir a nuestras colectividades_del atra– so que las deprime. Hace falta un alto grado de cooperqción internacional para que algunos estados puedan poner en función económica las riquezas poten– ciales de su suelo y su subsuelo. Se debe admitir también que en esta nueva forma de enfrentar la realidad latinoamericana, radica posiblemente el credo más eficaz para la defensa de la paz y la libertad. La acción mancomunada de nuestros países en aras a promover la elevación del nivel de vida con sus conglomerados, es urgente e impostergable, pero debe ser igualmente realista y positiva. Empeñarn,,os solidariamente en una ' acción efectiva, justa y clara que venga a ayudar en toda forma, a vencer el subdesa– rrollo de nuestros pueblos, reviviendo la fe .en la dignidad creadora del trabajo productivo, con un panorama de equidad y jnsticia económica es trabajo que nos corresponde hacer en estos momentos, y es el que verdaderamente logrará dar verdadero contenido a nuestra vecindad y nuestra fraternidad. Es imprescindible que sentemos ya las bases del desarrollo ec;onómico de 18

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