Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 19
cordar -en esta ocasión- un certero pensamiento de un gran jurista peruano y Ul)O de los más célebres internacionalistas de América, Víctor M. Maúrttia: "Los historiadores son los primeros constructores de la conciencia nacional" (Discurso en homenaje a Bolívar). Opinión que coincide con la del ipsigne Demóstenes, el egregio orador y es– tadista de la Grecia inmortal, cuando sentenció " ... la grandeza de Atenas del pasado es el acicate que debe mover al pueblo a poner en tensión sus máximas energías". Vemos, pues, que hay conmemoraciones fecundas -como la que celebra– mos hoy-, porque ellas recuerdan a las nueva_s generaciones las enseñanzas y ejemplos que recibieron como legado colectivo, sagrado e irrenunciable, de los hombres que con su sacrificio y visión conquistaron la Independencia y nos de– jaron una Patria libre y soberana. ¿ Qué significa Ayacucho? ¿ Qué· representa en la historia de América y par– ticularmente en la del Perú la batalla que hoy conmemoramos? Es la síntesis portentosa y el glorioso epílogo de más de medio siglo de nobles sacrificios. y de tercas luchas por la libertad. Fue el fruto de la semilla regada po·r la sangre de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, de Aguilar y · Ubalde, Antonio de Zela y Enrique Paillardelli; Crespo y Castillo; los herma– nos Angulo, Melgar, Pumacahua y tantos otros cuya muerte heroica fue guía y . ejemplo para los revolucionarios que les siguieron en la noble causa. Es el eco titánico de -la magistral Carta clel visionario pampacolquino Visca-rdo y Guzmán, que desde Europa lanzó sus escritos proféticos, el primero entre todos, llamando a la insurrección am~ricana y rompiendo con la vibración de su carga revolucio– ;naria, la tímida perplejidad de los habitantes de las colonias de España en América, a los que les señaló, con los destellos de su idealismo, el camino de la revolución libertadora. Ayacucho es el término luminoso de un largo proceso de prédicas doctrina– rias, rebeliones frustradas y conspiraciones ahogadas en sangre, a lo largo y ancho de América Latina. Es el resultado del idealismo de maestros renovado– res y del rutilar de inteligencias jóvenes; es el ansia reprimida de justicia de los p~eblos oprimidos y el apasionado anhelo de pechos femeninos que con fe y bizarría alentaron a las montoneras de mestizos, criollos e indios, que fueron las grandes auxiliares con las que contaron San Martín y Bolívar para su magna empresa libertadora. Las épicas jornadas que se m1ciaron en Venezuela, Argentina, Alto Perú, Nueva Granada, México y Chile, en las que se alternaron los triunfos con los desastres, y que fueron jalonando la ruta de los libertadores con hitos de he- · roísmo, tuvieron en Ayacucho su meta triunfal. Así, con visión profética, en su magnífica proclama de Ayacucho anunció Sucre: "De los esfuerzos de hoy d~- 226
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