Boletín informativo de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú Nº 19
pende la suerte de América del Sur . Otro día de gloria va a coronar vuestra ad– mirable constancia" . Igualmente refleja la trascendencia de la batalla de Ayacucho la proclama que dirigió Bolívar al ejército vencedor: "¡Soldados!: "Habeis dado libertad a la Amé:i;-ica meridional y una cuarta parte del mundo es el monumento de vue5tra gloria". Si el gran Goethe hubiese estado ése día inolvidable en América del Sur; hu– biese exclamado como la noche de la batalla de Valmy: "A partir de hoy co– mienza una nueva época en la historia universal; podéis decir que lo habéis presenciado". Ayacucho fue una acc_1on magnífica, que tuvo como escenario la Pampa de la Quinua, cubierta desde hace 150 años de un nimbo de gloria; ¿pero quiénes fuerorr los artífices que la hicieron posible? Fueron ·muchos . Los jefes, oficiales y soldados del ejército unido. Fue el pueblo peruano que con su sacrificio y su valor contribuyó al éxito de la jornada . Pero hay dos personajes que tienen singular categoría: Bolívar y Sucre. Estos dos grandes titanes de la guerra 1 emancipadora a quienes los unió el amor a la patria y a la libertad, el ideal y la esperanza; juntos disfrutaron de los triunfos y juntos afrontaron los sa– crificios; ambos fueron, después, blarico del odio. y de la ingratitud de los hombres. Y más tarde los hermanaría la gloria que inmortaliza a los grandes benefactores de América. Con ser extraordinarias las figuras de San Martín, Sucre y O'Higgins; La Mar, Córdoba, Alvarez de Arenales, ninguno alcanza la extraordinaria dimensión de Simón Bolívar, que personifica la épica grandeza de la Revolución de la In– dependencia Americana . Cerca de siglo y medio que murió Bolívar, y su pensamiento; original y pro– fétíco, no ha perdido actualidad. Sobre él se ha hablado y se ha escrito mucho y se sigue hablando y escribiendo, pero a veces sin el debido conocimiento . Durante sus últimos años en el eclipse de su existencia, tuvo feroces enemigos que engendraron una leyenda negra contra él. Ha sido necesario que pasara cerca de un siglo de su muerte, para que -sobre la base inconmovible de inobje– tables fuentes documentales, se realicen estudios serios y profundos, que alejados del impulso emocional, y orientados por rigurosa objetividad nos hagan cono– cer al verdadero Bolívar. Ya Sarmiento había afirmado: "Bolívar, el verdadero Bolívar, no lo conoce aún el Mundo y es muy probable cuando lo traduzcan a su idioma natal aparezca más sorprendente y más grande aún" . Citando una abundante bibliografía sobre el Libertador, el Doctor Belaúnde hizo un esbozo del ambiente colonial en Venezuela; se refirió a la situación cul– tural y a las ·marcadas divisiones por razón de razas, origen y fortuna; recordó la infancia de Bolívar al cuidado de la negra Hipólita, de cuya solicituq. y ternura 227
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