Bolívar, Ayacucho y los tradicionistas peruanos

pillo. Este no se hizo esperar, porque d padrino, echando mano a la faltriquera lanzó al aire varios puñados de monedas de oro y plata, en tal canti~ dad y tan seguidamente que muchos de los presen~ tes, en el pequeño recorrido de solo una cuadra, que es lo que dista la Iglesia de la casa indicada, recogieron lo suficiente como para no necesitar tra~ bajar por algunas semanas. Este padrino tan pródigo no era otro que don Simón Bolívar, futuro Libertador, Protector, Presi~ dente y prócer peruano, quien de regreso de Gua~ yaquil a Lima, para emprender la campaña decisi~ va por la Independencia nacional. se había dete~ nido en Lambayeque. Aloja<lo en casa de José Pi~ zarro, que hoy es conocida con el nombre de casa de las Montyoy, consintió en apadrinar al hijo del matrimonio Pizarro Lecuna, dándosele al' vástago, por esta ·razón, el mismo nombre del padrino. La presencia de Bolívar no produjo el natural revuelo ni la curiosidad consiguiente, en razón de viajar enteramente de incógnito, pero cuando tan profusamente repartió el capillo de estilo y se vi~ no a saber de quién se trataba, o sea la misma no~ che del bautismo, se pretendió hacerle objeto de una expont:ínea y ruidosa manifestación de sim~ patía, Simón Bolívar dejaba la ciudad para no vol~ ver jamás a ella, con rumbo a Lima. Sin embargo, y a pesar de que el sacramento fue realizado, no figura entre las partidas de bau~ tismo, asentada la de Simón Pizarro Lecuna, como debiera estarlo; pero el hecho se explica así. Pare~ 110

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