Bolívar, Ayacucho y los tradicionistas peruanos

pas de Valdés, el más inteligente y prestigioso de los generales españoles. Los patriotas perdieron en esa jornada todo el parque, uno de los cañones que formaban su artillería y cerca de trescientos hombres. El desastre habría sido trascendental si el batallón Vargas, mandado por el comandante Trinidad Morán, no hubiera desplegado heroica bizarría, dando con su resistencia tiempo para que el ejército acabase de pasar el peligroso desfiladero. ¡Triste burla de la suerte! Treinta años des~ pués, el 3 de diciembre de 1854, el general don Trinidad Morán era fusilado en la plaza de Are~ quipa, en el mismo día aniversario de aquel en que salvó al ejército patriota, y con él acaso la lnde~ pendencia de América. El 8, las tropas realistas, ocupando las altu~ ras de Pacaicasa y del Condorcunca (cuello de cóndor), tenían cortada para los patriotas la comu~ nicación con el valle de Jauja. Los independien~ tes tomaban posiciones primero en Tambo~Canga~ llo, después en el pueblecito de Quinua, a cuatro leguas de Huamanga, y finalmente a la falda del Condorcunca. Retirarse sobre lea o retroceder camino del Cuzco era, si no imposible, plan absur~ do. El ejército del virrey se componía de doce ba~ tallones de infantería, cinco cuerpos de caballería y catorce cañones. Su fuerza efectiva era de nue~ ve mil trescientos hombres. Los patriotas contaban sólo con diez batallo~ nes, cuatro regimientos de caballería y un cañón 122

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