Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCióN DE HUANUCO DE 1812 97 puerta a las contribuciones se abría a todas las calamidades de la lucha civil". "Molestaría demasiado a Vuestra Majestad si hubiese de expo– ner el suplicante, por menor, cual ha sido la conducta que han teni– do con la América los que han administrado el Reino durante la cautividad de V. R. P. y los males que de ella han resultado a aque– llas provincias. Y, si hubo algunos que dejasen de conservar los de– rechos de Vuestra Majestad, todo el mundo es testigo de que no pro– cedieron expontáneamente sino irritadas, exasperadas y precipitadas por los mismos administradores. Sin estas circunstancias ellas se habrían desentendido de la manumisión o emancipación contenida en el Decreto de 14 de febrero de 1810; habría renunciado la Soberanía popular que declararon las Cort~s Extraordinarias; no habrían adop– tado las máximas y principios establecidos en su Decreto de 1 de enero de 1811, y en otros varios lugares que han circulado por todo el Orbe, habrían cerrado los oidos a la inicua alarmante doctrina que exigía haber de sucumbir todos aquellos Reinos a la suerte que estos sufriesen, cualquiera que fuese; doctrina tan favorita que, aun des– pués de las campañas de Rusia y Arapiles, todavía la reprodujo en abril del año próximo pasado, y el periódico titulado "Telégrafo Mé– xicano". "Ni en Huánuco obraron estos principios ni hubo otra cosa que conatos a una forma de Gobierno dependiente de Vuestra Majestad y conservadora de su corona. Indicios y ligeras presunciones sumi– nistraron el cargo que hicieron al exponer los jueces que le condena– ron, como si fuese cómplice y como si fuese crimen el aspirar a se– mejante medida de precaución y seguridad, en favor de los derechos de Vuestra Majestad. Aún cuando fuese reprensible este conato, merecería siempre la generosidad de Vuestra Majestad, porque se di– rigía a evitar que aquella preciosa parte del patrimonio de V. R. Co– rona fuese presa del intruso, a quien detestaron tanto aquellos habi– tantes que por ninguno fué reconocido ni servido. Bien lejos de es– to, si entraron en discusiones con los Administradores del Reino en la Península, fué sin duda para evadir hasta las ocasiones remotas de seguir las banderas del usurpador. Es, por tanto, mucho más in– justo el haber destinado a este sacerdote al hospital d~ este presidio, donde se halla desde junio del año pasado, sujeto a la miserable ra– ción de presidario y sin más auxilio que este, pues aunque ha mani– festado que ni ..está irregular ni puede hacer otro servicio que el sa– cerdotal, no ha conseguido siquiera licencia para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, ni el que, por la decencia de su estado se le suministre la ración de un capellán. Así lo verá Vuestra M;jestad

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