Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCióN DE HUÁNUCO DE 1812 119 quen en nada. Este amor de esperanza, como lo llama la teología, o este aparente amor, sólo mira su propia conveniencia sin .lastimar– se del que sufre y carga el peso por salvarlos. Que se eche una mirada a las historias de los tiempos, y que– dará demostrado que en semejantes conflictos han recibido con gusto los pueblos justas contribuciones; se han observado muchas veces en nuestra amada madre la España, y al presente en estos calamitosos tiempos, innumerables individuos de ella han ofrecido sus caudales o parte de ellos, sus rentas, sus bienes, sus posesiones, y lo que es más sus mismos hijos. Los pueblos de la metrópoli se han pensfo– nado en ·erogaciones, en contribuciones, por. lograr la libertad e in- · dependencia del abominable monstruo que la tiraniza, por vivir tran– quilos y seguros en ese suelo inmortal; ¿y no se reconocen aquí las mismas causas, no se preveen los peligros, no se mira la voluble ve– leidad del indio bárbaro, que jamás retiene gratitud, y que corres– ponde a inmensos favores con detestables deslealtades, atropellando los estímulos de la razón que los agita y sugiere, sobre lo que no ca– be ignorancia invencible? ¿Se ha revelado acaso que estos idiotas apagarán en su corazón el fuego que los ha inflamado en todos tiem– pos? ¿Acaso por contribuir para nuestra utilidad y común seguri– dad seremos tributarios para nuestra propia convenien,éia? ¿Quién podrá discurrir con ésta popular necedad y ridícula insensate.z? ¿Por– qué no se· ha de seguir la venerable conducta, el inaudito y recomen– dable exemplo de nuestros amados hermados los intrepidos, los glo– riosos, los laudables, los valerosos e invencibles españoles? ¿No'· cir– cula en nuestras venas el honor inmortal de esa valiente sangre que nos han propagado nuestros amados padres, para inspirarnos la fi– · ~elidad, la generosidad, el pundonor, la brillantez del glorioso valor y del inmortal nombre español? Aprendamos pues estos realzados y sobresalientes documentos de nuestros sublimes padres Y herma– nos los invictos españoles, y no formemos vanos y bajos conceptos en nuestro modo. de obrar para perpetuar nuestra privada utilidad, nuestra felicidad, nuestra fidelidad y lástima al Soberano, Y final– mente para afianzar nuestra privada y pública seguridad; no pon– gamos reparos, argumentos y dificultades infundadas de ·poco aire y de pura insensibilidad; procuremos salvar con arrogancia y honor nuestros bienes, nuestras posesiones, nuestras vidas y a nosotros mismos. Somos españoles y esto bastará para destruir y vencer obstáculos, conservar la patria y velar por la seguridad de los domi– nios del Monarca que es la vida que debe animar nuestro honor y nuestra gloria. ¡Ah! Si en la efusión de mi lealtad y de mi amor me fuera posible derramar mi sangre y sacrificar mi vida en un público patíbulo por salvarlo del cautiverio y restituirlo a su trono,

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx