Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCION DE HUANUCO DE 1812 123 amor, fidelidad, respeto ·y gratitud se digne U. Señoría permanecer algún tiempo en el lugar para consuelo de sus corazones hasta ver el éxito y orden de las cosas. Todos son sus hijos bajo el legíti~o · derecho de igualdad. Este generoso rasgo que esperamos de su be– nigna resolución, será la más grande y dulce conservación de la ciu– dad si atiende U. Señoría a los tiernos suspiros, a las ansias y vehe– mentes deseos que manifiesta mi rebaño por lograr este honor y fa– vor incomparable, y esta ventajosa felicidad que se promete de sus sobresalientes y admirables cualidades y beneficencia. Nuestro Señor guarde la vida de U. Señoría muchos años. Huá– nuco y Junio dieciocho de 1812. - Ramón Moreno. Señor Goberna– dor Intendente del Departamento de Tarma y General en Jefe del Exército Pacificador. OFICIO QUE EL CuERO DE HUANUCO DIRIGE AL EXCMO. SEROR VIRREY DESTOS REYNOS. Excmo. señor. - Habiéndose congregado por disposición del se– ñor Gobernador Intendente destas provincias la corporación eclesiás– tica de ésta miserable ciudad, ajada por lo lamentables males que la perversídad influyó en su desgracia, para tratar y discutir los me– dios que reparasen su trastorno infeliz, y que en lo ulterior quedase afianzada su seguridad, se resolvió por dicha corporación: Que sien– do elegido el párroco del lugar, apoderado representante, por cuyo órgano explieasen sus sentimientos, se propusiese al señor Intenden– te lo que la sabia penetración de V. E. verá contenido en el escrito presentado y trasmitido al superior discernimiento de V. E. organi– zado por el representante a su nombre, y también que el primario intento del cuerpo eclesiástico y religioso de prelados se dirigía a ro– gar la permanencia del señor Intendente en ésta ciudad por algún tiempo, mientras quedaba establecido el orden de las cosas, por lo que deseando cumplir en ésta parte con los deberes y encargados de la comisión, suplico a V. E. en su nombre, y aún avanzándome más como pastor de este afligido rebaño, que reuniendo sus lenguas en él le piden encarecidamente al que representa las veces del Monarca, se digne su noble compasión y generosidad aterider a sus clamores, a sus ansias, y al deseo que todos manifiestan por lá ulterior segu– ridad y tranquilidad pública, para que V. E. expida sus sabias provi– dencias a fín de que se conserve es.te amable jefe pacificador de tan– tas calamidades por algún tiempo en el lugar. V. E. es el padre ge– neral de los vastos dominios de nuestro Soberano, y por tanto obli- · gado a socorrer esencialmente las necesidades de todos sus reconocí-

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