Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

I De: Gaceta del Gobierno de Lima. Sábado 21 de Marzo de 1812. Núm. 23. (pág. 184] PROCLAMA Del virey del Perú á los pueblos seducidos de la in– tendencia de Tarma Los dolorosos estragos con que el espíritu de inquietud y turba– cion, desola á los pueblos que dejan sojuzgarse de sus malignas in– fluencias; claman con la voz enérgica de la indignacion contra los críminales autores de males tan crueles y lamentables: no hay cau– sa ni pretexto que pueda disminuir la enormidad de ese delito: pues roto el freno de la sumision á las leyes, y olvidada la obediencia á las legitimas autoridades, se convierten los mas fértiles países ~n triste terreno de sangre, miseria y devastacion. Si es pues tan ho– rroroso ese delito: si son tan funestos sus resultados, aun cua:ndo se disfracen con el aparentado motivo de queja, agravio y opresion; ¿cuánto mas recrecerá ese exceso, si con la mas negra y detestable ingratitud, se corresponde á los mas apreciables beneficios, y en las mismas circunstancias [pág. 18 5J en que se generalizan y franquean: son de esta naturaleza, los que las supremas córtes han dis:pensado á la nacion índica; la igualdad con la clase superior del estado; la extincion del degradante tributo, y el repartimiento de tierras, que proporcionando á todos los indios, un arbitrio honroso y seguro de subsistencia, los preserva de las angustias de la indigencia, y nece– sidad: son pues bienes que exigen de justicia, el mas respetuoso re– conocimiento, y la gratitud mas firme é inalterable, tiempo es aún ó seducidos pueblos, de que el pronto retorno á tan sagrados debe– res, oculte el efímero y pasagero descarreo, á que os han precipita– do los perniciosos influxos de vuestros crueles enemigos: como á tales debeis contemplar, á los que fomentan el desórden por torci– dos y pérfidos designios, y no por vuestro provecho: si contra los paternales desvelos de las córtes soberanas, os mole~tan y oprimen, algunos de los que separándose de sus santas intenciones, debían pro– tej eros y amparaos ¿por qué no os dirij ís á vuestro intendente para el pronto remedio, y por qué no lo manifestais á este superior go-

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