Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

6 ELLA DUNBAR TEMPLE bierno, que no puede embarazarse, por respetos ni consideraciones, para castigar la injusticia, y contener al delincuente? volved pues á. vuestra quietud alterada, órden y arreglo: de este modo os mos– trareis dignos de las recientes gracias que se os han concedido: y evitareis tambien las providencias de aspereza y rigor, que contra los naturales impulsos de mi corazon, me seria inevitable adaptar, para escarmiento de una tenaz obstinacion. Lima 19 de marzo de 1812. José Fernando A bascal. I I De: Gaceta del Gobierno de Lima. Viernes 3 de Abril de 1812. Núm. 26. [pág. 143] Acontecimientos de Huanuco. Por un enlace inexplicable de sucesos los pueblos se recargan de males y calamidades, y se sumergen en la mas espantosa desola– cion, cuando creían que el resultado de sus criminales tentativas, de– bía ser la dicha y la prosperidad. Lamentamos su suerte, dolemos sus desgracias, con tanta mas razon, quanto que seducidos por una alhagueña perspectiva, abandonan el estado feliz que disfrutaban por la sumision á las leyes, la obediencia á las autoridades, y la obser– vancia al órden y tranquilidad. Semejantes al perro de la fabula que arrojan la presa efectiva que tienen en los dientes, engañado de la imagen aparente que reflexa de las aguas. Pero si sus desgracias no fuesen tran~cedentales, si se absolbiesen tan solo en los gefes de las conspiraciones, ellos recibirían con el delito su castigo: mas inu– merables inocentes que padecen, infinitos incautos que se sacrifican son otros tantos aguijones que punzan el odio de los buenos contra los inicuos autores, y otros tantos monumentos de oprobio y detes– tacion ácia los delincuentes cabezillas. Bajo este punto de vista se · presentan los acontecimientos de Huanuco; algunos espíritus inquie– tos y turbulentos agitados de la funesta moda de insurreccionar, al– borotan bajo pretextos ~speciesos [sic] de queja ó resentimiento, ó bajo rvtig. 144 1 fundamentos nulos y falaces á los quietos y pacifi.cos in– dios, prodigandoles para el logro de sus depravados designios porcion crecida de aguardientes; sale el indio del dulce estado de paz que go– zaba, se alarma hostilmente contra todo, y bajo un tumulto ciego, sin órden, sin objeto, sin miras ni prevencion comete todos los excesos que trae consigo un pueblo que ha salvado las barreras de la ley Y de la obediencia: los detestables ponen en sus labios la cantilena fa-

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