Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVO·LUCióN DE HUANUCO DE 1812 83 solo obraba la animosidad contra los americanos. Mi compañero co– nociendo este motivo procuró eludir su influencia, me hizo solicitar trasportarme por enfermo á Algeziras para que si de allí no conse– guia -mi libertad pudiese asilarme á Gibraltar de donde no me sería dificil el viage á América. Al tiempo de conducirme ya para el mue– lle con todo lo dispuesto para embarcarme á Algeziras, concedida la licencia y nombrado por apoderado D. Francisco Irnardi para el cobro de mis sueldos, me sucede la desgracia mas aflictiva que podía venirme; caigo por once escalones bien elevados, me rompo un brazo y quedo con todo el cuerpo lleno de contusiones. Se puede concebir facilmente .si esperaria en este momento restituirme á América; en mi edad creia muy morosa sino imposible mi sanidad, por otra parte yo no podía exigir de mi compañero por mas ·tiempo su asistencia con perjuicio de su partida á America, y mi corazon no podia ver que la sacrificase para mí: le dije con instancia que me dej ára, que tal vez una mudanza en el espíritu del gobierno no le permitiese salir de aquel presidio; y no fue esta franqueza de mi parte sino un mo– tivo mas para conocer de la suya su magnanimidad, su humanidad, y sentimientos tan generosos que pasarian en Europa por quime– ricos; mis males sintieron un consuelo raro con su contestacion, pro– testó no abandonarme y mos.trandose ofendido me dijo ,,qne corno ,,esperaba de él que me privára de sus cuidados y asistencia en los ,,momentos que mas la necesitaba, que no volveria á América jamas ,,si supiese dejarme entre mis enemigos, y privarlo del placer de ,,servirme." Ciertamente entonces lo hizo con tal, tino que el ciru– jano que vino á verme á su solicitud aseguró que las fracciones ha– bian sido tan bien colocadas que él nada tenia de hacer mas. ¡Cuanto puede el interes de la amistad! Con los nuevos males se aumentaron los de mi miseria, fue preciso ir al hospital sufrir mucho de esta guerra en que se ponia conmigo todo español en cualquiera ocasion; Y yo hubiera perecido en esta circunstancia si el esmero de mi com– pañero me abandona; él mismo me traia la comida, esta era hecha de sus manos, y él consiguió por medio solo de su zelo poder tener como darme estos socorros, porque el hospital los daba á la miseria tan mal, que era mejor renunciarlos, sin hacerlo á otras pequeñeces que eran las únicas porque me mantenia allí, y estuve 20 dias; en ellos jamas este humano compañero permitió que muriera en mi la esperanza de mi libertad ni la de ver la América. Luego que me v~ó con alguna resistencia volvimos á emprender la navegacion á Alge– ziras con mejor suceso que antes. Allí fuí presentado al general D. Demetrio O'Dali, americano, y por eso su recibo no fue tan acre como generalmente habia sido para mí todo el que me hacian las autoridades de España; ademas me permitió andar libremente; esto

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