Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCióN DE HUANUCO DE 1812 XCI a su vera e celebró el Te Deum de la victoria, y fue escenario de ese Tecibimiento triunfal de Crespo y Castillo y luego del triste espec– táculo de su ejecución. Todos los cenfros cívicos de la ciudad cobran vida propia en la documentación de los procesos de la rebelión. El Cabildo, sede ofi– cial de los insurrectos, los .edificios administrativos, saqueados du– rante la invasión, y las cárceles, colmadas de reos hasta el punto que hubo de adoptarse providencias frente al amago de las pestes. Las iglesias y conventos figuran como centros de refugio, de celebración de juntas secretas, conspiraciones y hasta de almacenes de armas. Los centros populares tienen, asimismo, su rango específico y ac– tuante. Las pulperías, negocio de plebeyos y también de funciona– rios, las chicherías y las tiendas de comercio, algunas de ellas, como la de Pepita Fierro y del inglés en Huánuco y la de Cárdenas, en Ce– rro, eran otros cenfros de diversión y también de conspiraciones; y hasta en los tambos, que proliferaron por la población emergente, se formaban los corrillos y se difundían las noticias subversivas. Las calles de las ciudades de Huánuco, Tarma y Cerro, figuran como puntos claves de la vida cotidiana, a la par qu.e los barrios, es– quinas, plazuelas y lugares típicos. Muchas de esas calles no tenían denominación oficial y, como en Roma o en la España medioeval, se conocían por alguna característica definida. Figuran calles de sig– nificación social, como la de Mercader.es, y típicas, como la de Curis. Al lado de los barrios principales de Laris, Izcuchaca, S. Juan y Huayllayco, se mencionan calles y barrios, como el de Batán, Olle– rías, Las Cruces, la Parroquia, Santa Rufina, San Bartolomé, S. Pedro; parajes clásicos como el del Moral, Cashapata, Rumichaca, San Pedro de Huayllayco, Acequia de la Trinidad; y esquinas, como la de Moscoso y del Lobo o Calamaco. No menos sugestivas son las informaciones sobre aspectos cos– tumbristas, regocijos populares, festividades religiosas, como las co– rridas de toros, los carnavales, semana de compadres, las procesio– nes, como la del Corpus que desfilaba por las plazuelas de Santo Do– mingo, S. Francisco, San Juan y La Merced, las romerías, ferias y las cachuas o huaraches. Los expedientes de los saqueos y los inventarios de bienes son una fuente apreciable para el acopio de datos sobre determinados a - pectos de la vida de esa sociedad provincial, tales como el mobiliario y menaje doméstico, indumentaria, comidas, bebidas y costumbres. Se describe la vestimenta de individuos de diversas clases y regiones y esas referencias pueden ser útiles elemento de diferenciación ocial y económica. Entre otros ejemplos podemos citar a los jaujinos con botas o llanquis y medias de lana, los huancaínos con típicos birre-

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