Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCIÓN DE HUANUCO DE 1812 XCV en el caso de los criollos o patricios huanuqueños, los que tuvieron actuación en el movimiento revolucionario eran, en su gran mayoría, de escaso nivel cultural. · Confiamos en la utilidad de esta documen– tación, presentada según estas pautas, no sólo para el historiador, sino también para otros científicos que informan sus investigaciones en fuentes de esta índole. Se observa la fidelidad al lenguaje, a las veces poco inteligible de los indios ladinos o de los que se expresan por intérpretes, y a la diversa ortografía de los nombres propios en los términos quechuas y castellanos que varía aún dentro de una misma pieza documental. Se mantiene, asimismo, la ortografía de los arcaísmos, peruanismos, huanuqueñismos y quechuismos, así como también la de los refranes, giros y apodos de la fabla popular. Por lo que toca a los nombres geográficos se consignan sin intentar precisar su actual identidad no sólo porque esa tarea excedería nuestras finalidades concretas, sino porque consideramos, asimismo, conveniente conservar su ortogra– fía original para que el documento pueda servir como fuente topo– nímica local. Conviene tener presente que los intérpretes y escribientes al re– coger de labios de los indios determinados vocablo~, y en general al traducir del índico al castellano, transcriben los sonidos y los térmi– nos indistintamente. Tal es el caso, comprobado en estos documen– tos, del sonido aspirado de la h que al castellanizarla la reemplazan por la gutural g; y el de la ce transcrita como ge. A manera de ejemplo, cabe citar el nombre del pueblo de Huamalíes Cohuac que aparece como Coguac o Cogua; y el término Chacchar, reemplazado por Chagchar. Frecuente es, asimismo, el cambio de la i por e, y de la Zl inicial por y o antecedida de la a, como ocurre con la palabra Llanqui, escrita como Yanque o Ayanque. Debemos indicar, igualmente, que se ha respetado la· notoria y frecuente superposición de la fonética quechua sobre la española, al igual que la ortografía castellana, no concorde ni aún con las nor– mas gramaticales de la propia época. Esa ortografía caótica se ex– plica, como bien es sabido, por la poca preparación de los escribanos y copistas locales, a menudo escasamente ladinos. Por idénticas ra– zones normativas, se conservan los errores, muy propios de los docu– mentos curialescos, de las mismas transcripciones y copias, deriva– dos ya sea de la ignorancia del intérpr.ete, escribano o copista, o, en su caso, de las mismas copias o diversos insertos. Empero, se han separado las palabras impropiamente unidas, aunque manteniendo en todos los casos la sindéresis usual en la época. Por lo que se re– fiere a las abreviaturas, se han desarrollado para una mejor com– prensión de los textos.

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