Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCióN DE HUANUCO DE 1812 XXXI le advertían que el pueblo había decidido defenderse, acusaban a las autoridades, en particular al conflictivo Subdelegado Diego García, de haber hecho abandono de sus cargos, desamparando "sin el menor rubor" la ciudad, y le reiteraban con persistencia que los indios no aceptarían el regreso de los chapetones "objeto de sus iras y deses– peración". Los propios Alcaldes de los pueblos indios, portavoces de sus comunidades, se permiten contestar al parlamento del Intendente, comunicándole que la paz no les convenía "por ahora", que sus espías y correos les habían informado que venía acompañado por sus "acé– rrimos enemigos europeos", y le intimaban, a su vez, que no osara entrar a la ciudad. Las pruebas actuadas en esta sumaria, si bien no muy esclare– cedoras -en lo ref.erente al verdadero caracter de la Junta, son am– pliamente demostrativas en punto a la autodeterminación del Cabildo, indios, vecinos y religiosos, criollos y mestizos, para implantar un cambio violento en las instituciones políticas y una nueva forma de gobierno local. Se produjo el nombramiento de autoridades políticas, hacendarías y militares y, como consta de los oficios de González de Prada y de las declaraciones de los encausados, se procedió a comu– nicar posteriormente los hechos al Virrey Abascal. Los testigos sin– dican las "Causas que motivaron la formación de Junta", se nominan cuatro Diputados : los tres curas de las doctrinas de la ciudad y de Chavín de Pari~rca y el P. Villavicencio; y se adoptan una ser ie de disposiciones al marg.en de las autoridades legalmente constituídas. El mismo P. Villavicencio declara en su instructiva que se hablaba públicamente en la ciudad sobre la creación de la Junta. El Prior del Convento de San Juan de Dios, Fr. Pedro José Moreno, expresa, a fs. 81, de los autos, que había firmado maquinalmente el acta constitutiva de esa Junta, pero que al siguiente día "empezó a ima– ginar sobre una palabra Junta Provisional y Governativa que le chocó, y diciendo entre sí: que ensalada ha hecho el Padr e Villavi– cencio"; agregando que su hermano, el Dr. Ramón Mor eno, le había anunciado que darían parte al Virrey "de la intención de formar Junta". Por lo que toca a la figura de Juan José Crespo y Castillo, sin intentar en modo alguno precisar el verdadero r ol que jugó en la in– surrección, se observa en este expedient e que, aunque su defensa, apoyada en su propia confesión, gira en torno al consabido argu– mento exculpatorio de su senectud e incapacidad de acción, el propio caudillo :en varios de sus escrit os al Intendente, afirma que fue pro– clamado por más de 10,000 indios, abultando posiblemente el número de sus secuaces para alarmar a los r ealistas. En contra de su pre– gonada buena f ~, un buen númer o de t estimonios lo presentan como

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