Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCióN DE HUANUCO DE 1812 375 Segui-/ . 2 r. <lamente hizó comparecer Su Señoría á Don Basilio Mi– raba!, veci.no de esta ciudad, y residente en la Quebrada de Chinchao de quien por ante mi el Escribano recivió Juramento que lo hizo por Dios Nuestro Señor y una Señal de Cruz· bajo del qual ofrecio decir verdad en lo que supiere y fuere preguntado, y siendolo al thenor de la segunda pregunta del interrogatorio incerto en .el recurzo antece– dente dijo: Ser cierta en todas sus partes: que lo dicho es la verdad so cargo del juramento que há prestado en que se ratifica, y afirma despues de leida su declaración: que no le comprenden las generales de la ley, y es de edad de quarenta y cinco años, y la firmó con Su Señoria de que doy f ee. Josef Gonzales de Prada. (Rubricado) Basilio Mirabal.. (Rubricado) Ante mi. Nicolás Ambrocio de A riza. (Rubricado ) Secretario de su Magestad. (Al margen) Huanuco y Abril 14 de 1812. Como lo pide, por estar en estado su Causa. / .26 bl. / .27 Gónzales .. (Rubricado) Ante mi. Nicolás Ambrocio de Ariza. (Rubricado) Secretario de su Magestad. Señor Governador Yntendente. El Teniente de Milicias de Cavalleria Don Antonio de Za afa en la mejor forma que haya lugar en derecho ante Vuestra Señoría pa– resco y digo: Que deseando vindicar mi conducta en .esta rebolucion y tener con tiempo los datos con que en el estrecho de la prueba haga mi defensa, interpongo mi rendida suplica a la bondad de Vuestra Señoría para que en atencion a la distancia de los testigos se sirva mandar se me reciva antes del termino de prueva una Ynformación al tenor del interrogatorio siguiente. 1 9 Digan José Ponce Bernardo Zevallos y Pablo Piñan, si en mi casa de la Montaña no les dije se me havia pasado orden para notificar a todos saliesen al Pueblo de Acomayo, y respondiendome Zevallos saliese yo de Capitan le conteste no tenia yo necesidad de alir, que ellos saliesen si quisiesen, que yo cumplia con avisarles, y que mediante las amenasas que nos hacían, cada uno guardase su pe– llejo. 29 Digan Mariano Truxillo, Silvestre Bargas, y José Gomez, si viniendo de Casape a mi casa en la montaña diciendome salian con

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