Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

392 ELLA DUNBAR TEMPLE cinos para ir a Ambo y que ya lo havian echo con Don Manuel Dá– vila, con esta noticia amedrentados Medrano y yo tratamos de ocul– tarnos en las huertas, como lo practique yo en la de Doña Mercedes Andrea junto con el cuñado de Medrano y Don Mariano Vidobro: Nuestras mugeres nos havian ciicho que los Yndios preguntaron por mi señaladamente atnenasando que i no ibamos a Ambo, nos la co– braría a la buelta. Este temor y saver que varios sugetos honrrado ivan por .el camino, nos movio a presentarnos a pie en la calle para engañar a los Yndios, mas José Rodríguez nos increpó y a mi par– ticularmente por la tardanza, y nos mando caminar. Aqui me pro– puse un modo de no acompañarlos diciendoles seria mejor que e pusiese una guardia en el puente del Tingo, ofreciendome a hacerla con Don Manuel Talancha y Don Tomás Medrano; Aceptaron el Par– tido, y nosotros pudimos escapar de ir a Ambo. Quando pasaron los Yndios, desamparamos la guardia, y Medrnno, y yo fuimos a escon– dernos al Combento de Santo Domingo en donde dormimos aquella noche, como pueden testificarlo el R.P. Prior, Fray Marcelo Ureña, el Lego Fray Francisco, y los dos hermanos Velez. No Juzgandome seguro en el Combento si los Yndios bolvian de Ambo por lo mucho que me havian amenazado a su ida, determine mi fuga a la Montaña con mi muger, Don José Rosas, y Don Bernardo Mesa, llegando aquel dia al Pueblo de Acomayo, y a los tres dias siguientes a la Hazienda de Rosapata. Esta Señor Governador Yntendente fué mi conducta en Huanuco en la primera y segunda imbacion de los Yndios que pruevo con tes– timonio bastante claros, y que acrediten mi honrradez y patriotismo. Amenazado con la muerte _por el alzado José Contreras como lo dirán Don Tomás Medrano, Doña Manuela Andrna y Don Francisco Garay en nada protejí su injusta causa, antes me propuse y vali de arbi– trios para sostener la causa del Rey: tal fue el tratado con Fray Mariano; .v Berrospi, y Don Manuel Andrea el echar beneno en las botijas de aguardiente para matar a los Yndios, el haber solicitado el dia de la primera imbacion, por la tarde alguna g:ente- con armas para destruirlos despues de ebrios, y en fin no pudiengo lograr se efectuas•en mis int.entos, huyo de la Ciudad cercado de peligro"s Y afanes aun en mi separacion di señales de querer sostener la justa causa, pues con noticias de que en el Pueblo de Nauta se hallaban especies robadas, di orden como Oficial de Caballería al Soldado Mi– liciano Pedro Rosas para que recojiese quanto encontrase, y lo re– mitie1'e a Huanuco todo prueva que yo desaprové el movimiento de los Yndios, y que estava muy lejos de auxiliar su injusta causa. Prueva mas prueva mi lealtad y patriotismo que no puede demos– trar de otro modo en una ciudad imbadida, y cercado de enemigos.

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