Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes de 1812

LA REVOLUCIÓN DE HUÁNUCO DE 1812 395 el contenido d.e la carta que se supone mi mayor crimen. Ella dice que Don Felis Ramires, yo y toda la Quebrada estamos prontos a derramar la última gota de sangre por nuestra fee, y nuestra Patria, feé, y Patria, que nombres tan sagrados para mesclarse en una carta que se supone el Mayor crimen contra estos dos Santisjmos objetos. Si e ta expresion fuera de un hombre que ignorase los primeros ru– simple vista de ella se conoce el objeto con que fué escrita: Este dimentos de la religion, podía cree1·se por un dicho de un ignorante que se lo trata de abultar expreciones que no entiende que persuadir su intento a otros; pero felizmente es dicha por quien sabe lo que sig~ifica, y la aprendió en una educacion cristiana que le dieron sus honrrados padres que despué de haverle enseñado los objetos de crehencia que <leve profesar ei cristiano, se lo hicieron rectificar en la casa de Educacion mas celebre que conoce el Reyno. Allí supe que no es defender la fee y la Patria fomentar una sublevacion, que no lo es tampoco perseguir al hombre de bien, ni oponerse a las leyes mas justas que conoce el mando ¿ Pues por que se estampó esta proposicion? El hombre con la imaginacion desordenada por el miedo, puede aparentar ser lo que no es, mas en medio de este desorden tiene algun momento felis en que manifiesta su corazón. Yo teme– roso de ser sorprendido por los satelites de Castillo, quise aparen– tar/. v a este era de su faccion, asi lo hice en las primeras lineas de la carta, mas era necesario vindicarme de esta nota para con mi conciencia, y con los hombres ¿ Ante quien hacerlo? no tuve otro re– curso en mi conflicto que estampar en la misma carta la retracta– cion mas solenme de quanto simulava en ella, y la mas expresiva protesta de mi religion y patriotismo. Tal es decir estava pronto a derramar mi Sangre por mi Religion y mi Patria. Otro que no hu– viera sido tan estupido como Castillo huviera conocido que mi in– tencion era engañarlo, y que en un hombr.e de medianas luces no cabía una mescla tan mostruosa de Religion, y de impiedad, de per– fidia, y patriotismo; pero Castillo no penetró la delicadeza de mis intenciones, ni supo, ni sabra jamas que el que escrive engañando al mismo tiempo que s·educe a un ignorante, se afirma en las resultas, asi me afianzé yo para con Vuestra Señoría y engañé a Castillo. Si no lo hice con mas claridad fue por que no lo juzgué necesario y el suseso lo comprobó, pues no di un solo paso de los que ofreci como aparece del proceso, ni lo huviera dado jamas, ya por que no me lo dictava mi corazón, ya en fin por que ofrecía destruir un fan– tasma que no existía, es decir perseguir Europeos que yo savia no havia en la Montaña. Mi unico intento fue engañar al barbaro Cas– tillo para qu,e descansando sobre mi, no mandase a la montaña un feroz comisionado de. los que la acompañavan, yo lo logré. Si en el

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